martes, 17 de enero de 2012

Dos ríos ¿jamás se cruzan?


Debería estar preparando un trabajo en lugar de dedicarme a escribir, pero mi mente se niega a adentrarse en el maravilloso mundo del pidgin y prefiere perderse en las divagaciones de costumbre. Un par de comentarios oidos al pasar y mi cerebro se pone a trabajar por libre, olvidando su obligación de hacerlo para mí.
En realidad las palabras escuchadas no eran importantes, pero el fondo que he creido percibir en ellas me ha impactado.

Mainz. Vista del Rin
desde la desembocadura
del Meno (Main)
Alguien dijo "dos ríos jamás se cruzan", refiriendose a una expresión usada por otra persona. El primero hablaba en lenguaje poético, usando la metáfora de los ríos para aludir al encuentro de dos seres. El segundo tomó las palabras literalmente y trató de destruir la efectividad indiscutible de la frase original.
En cualquier caso, está equivocado. Incluso literalmente, los ríos sí se cruzan: unas veces desembocando uno en otro, otras haciendo recorridos paralelos. En ambos ejemplos podríamos decir que se han cruzado, sin faltar con ello a las acepciones de esa palabra que el diccionario nos brinda.
En el lenguaje literario, que no es sino el resultado de maquillar al idioma en aras de la estética, ese "cruce de ríos" es frecuentemente usado para evocar el momento en que dos personas se encuentran, descubren que están ante "Él" o "Ella" y deben seguir su camino debido a imponderables.
Son muchas las personas que carecen de esa forma de interpretar la estética. Personas que no se conmueven leyendo un poema, que no se emocionan con un nocturno de Chopin, que no sienten nada ante una obra de arte.
Hace unos días comenté con un amigo que mi madre tenía "tanto oido como un kilo de butifarra", así que conozco el tema desde que nací. Aún se me pone cara de espanto cuando recuerdo a mi madre diciendome aquello de "deja de leer tanto y sal a divertirte", como si leer fuese aburrido y la única forma de aprovechar el tiempo fuese salir a la calle. Tampoco tenía desperdicio aquella frase... "¿qué es eso que oyes? ¿"Carmita Buranta"? ¡Pues parece música de iglesia!" Y en aquel momento el coro decía que "cuando el muchacho y la muchacha se encuentran en el cuartito (...) comienza el juego inefable de miembros, brazos, labios..." ¡Cómo para cantar eso en la iglesia! Por cierto; jamás logramos que llamase a la obra de otro modo que el ya mencionado de "Carmita Buranta".
Volviendo al tema en cuestión, no me molesta que haya personas que no se conmuevan ante la poesía, pero no puedo evitar preguntarme por qué, ya que carecen de sensibilidad, no se esfuerzan en practicar la prudencia. Al menos se evitarían decir cosas inexactas y, sobre todo, juzgar lo que no entienden.

(Pido perdón y doy las gracias a la persona que me provocó estos pensamientos. Lo primero porque no la conozco de nada y pudiera ser que bromease. Lo segundo, por darme un motivo para pensar.)

1 comentario:

  1. Yo me atrevería a decir que en la pregunta está también la respuesta. Las personas que carecen de sensibilidad no pueden practicar la prudencia ante algo que no comprenden, como la poesía o la música, precisamente por eso, porque no tienen sensibilidad, o tienen más bien poca.

    Estoy por decir que en muchas ocasiones se demuestra ser más inteligente reconociendo que no se comprende algo, y respetando su misterio, que tratando de entenderlo a toda costa. Pero, claro, para renunciar a saber hace falta tener sensibilidad, y que de ella nazca precisamente nuestra prudencia. La mayoría son muy arrogantes en esto, y, o bien quieren saberlo todo o, peor aún, ya creen saberlo todo.

    Me viene a la memoria una frase de Gandalf en "El Señor de los Anillos". No la recuerdo literalmente y ni tan siquiera estoy seguro de que sea de Gandalf (hace mucho que no he vuelto a leer a Tolkien), pero decía algo así como que quien rompe algo hermoso para saber lo que es o lo que esconde, se aleja del camino de la sabiduria.

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