Cuando termino algún libro de los que se suelen calificar de profundos y a los que yo llamo, simplemente, espesos, escojo el siguiente entre los más ligeros que encuentro para desentumecer un poco las neuronas y durante muchos años mi elección recayo a menudo en Agatha Christie.
Confesaré que mi admiración por Dame Agatha Christie es tanta que, cuando llegó el momento de enviar a mi hija a estudiar a Inglaterra, escogí para ello la ciudad de Torquay, en la que nació la escritora más prolífica de literatura negra y una de las más leídas en todo el mundo.
La dulce Miss Marple, el impresionante Hércules Poirot y la maravillosa pareja formada por Tommy y Tuppence Berensford llenaron muchas horas de mi tiempo con sus aventuras y me enseñaron algunas lecciones importantes para la vida. De los Berensford aprendí que el trabajo en equipo es siempre más gratificante y efectivo que el que se realiza a solas; de la mano de Poirot se me mostró la facilidad con que consideramos malo a todo el que no es como nosotros (¡cuántos gestos desagradables tuvo que soportar, por ser un extranjero en una sociedad conservadora!) y lo mucho y muy gratamente que nos podemos sorprender si damos una oportunidad al diferente de acercarse a nosotros. Miss Marple, a base de repetir su frase favorita, me enseñó a ver que, pese a las diferencias de carácter, educación, nacionalidad u origen social, todos somos iguales, tenemos las mismas preocupaciones, los mismos sentimientos y repetimos las mismas actitudes: la gente es igual en todas partes. El tiempo me ha mostrado cuánta verdad hay en esa frase.
Tras unos días de mucha tensión y poco dormir me acerqué a mi biblioteca para buscar algo atractivo que leer y mi elección recayó en una de esas novelas y una vez más el libro escogido para ayudarme al descanso se ha rebelado contra mí: nunca he podido comenzar una novela de Agatha Christie sin que me absorba por completo y me resulte imposible dejarla antes de acabar con ella. A pesar de haberla leído varias veces, de saber cómo acaba... me da igual; si la empiezo, he de terminarla.
Eso me ocurre con pocos autores. Ni siquiera Mary Higgins-Clark, en quien busqué inútilmente una sustituta para mi querida autora, ha logrado nunca cautivarme hasta ese extremo. Los libros de Higgins-Clark están bien escritos y son entretenidos, dos condiciones que les acercan a los de Christie, pero les falta esa capacidad para fascinar, para embeber en su lectura. La escritora americana es excelente y recomiendo sus libros a los amantes del género criminal, sabiendo que no se sentirán defraudados, aunque también con el convencimiento de que solo los leerán una vez, mientras que la británica les captará para siempre y repetirán su lectura a menudo.
Albert Finney caracterizado como poirot |
Otra de las cosas que no ofrecen los libros de otros autores criminales (tampoco los de Patricia Highsmith, pese a su fabuloso Mr. Ripley) es la parte filosófica que se encuentra en las de mi autora favorita. A veces en el comportamiento de los personajes, a menudo entre sus palabras, encontramos un motivo para pensar, para profundizar en el conocimiento del ser humano, sus circunstancias y de la vida en general. Seguramente porque otros autores had not taken into account the mind of Hercule Poirot (no han tenido en cuenta la mente de Hércules Poirot).
Arturo Pérez Reverte escribió dos artículos en los que daba unas recomendaciones de lectura para un joven escritor que le pidió consejo por carta. Le recomendó muchos de los autores clásicos de la literatura griega, española y universal.
ResponderEliminarPero también le decía que no se dejara engañar, que no es oro todo lo que reluce, que debía perderse en bibliotecas y librerías para leer todo tipo de novelas si quería llegar a convertirse en novelista, siguiendo sus propios gustos y aficiones.
Por ejemplo, decía que la novela de Agatha Cristie "El asesinato de Rogelio Ackroyd" era una obra maestra en su género, tan digna como "Crimen y castigo" en el suyo. También decía que un novelista sólo es bueno si cuenta bien una buena historia.
Estoy de acuerdo. De hecho, creo que hay muchos buenos novelistas en este sentido. Aunque algunos tienen algo más que los convierte en especiales y que no sabría muy bien decir qué es. Tal vez no tenga que ver estrictamente con su manera de escribir o con lo interesante de sus historias. Creo que quizás se deba a que conectan con algo más íntimo del lector, algo que va más allá de la historia, de los personajes o de la manera de escribir, y que los convierte inmediatamente en escritores especiales. Algunos habiendo escrito tan sólo una novela en toda su vida, como Harper Lee y su "Matar a un ruiseñor".
Sin duda, se debe a algo más que a la habilidad para contar bien una buena historia. Supongo que Agatha Cristie, habiendo escrito muchas más novelas, también tiene algo de esto.