Mi última entrada en el blog ha causado una terrible conmoción entre mis amigos ¡nunca había recibido tantos mensajes como resultado de una publicación! y, salvo uno, todos me han escrito o telefoneado terriblemente preocupados por mí, mi salud mental y mis aparentes deseos de morir, así que me gustaría aclarar algunos puntos.
Escribir sobre la muerte no es invocarla, es prepararse para aceptar lo que llegue... cuando llegue.
Una vez puesto esto en claro os pediría que releyerais lo escrito, esta vez más despacio y fijándoos bien en lo que dice el texto. Quizá así os deis cuenta de que hablo de aprovechar bien el tiempo, de hacer cosas, de no renunciar a la realización de los sueños. En suma, de sacar el jugo a cada minuto.
Porque nunca se sabe lo que traerá el día siguiente, recomiendo vivir el presente, disfrutándolo, paladeando todo lo que nos vaya ofreciendo.
Yo no quiero morirme nunca. Lo que de verdad me gustaría es que algún dios se enamorase de mí, como Eos de Titono, y me concediese la inmortalidad (¡que no se olvide esta vez de dejarme también la juventud, por favor!), pero mientras espero el milagro prefiero prepararme, que parece que los dioses ya no andan paseando por la tierra, así que tengo pocas posibilidades de lograr algún regalo de ellos.
Una amiga muy querida calificó la entrada de triste, aunque yo no creo que tenga razón. Lo sería si se convirtiera en la excusa para hundirme en la desesperación y sentarme en un rincón a esperar lo inevitable. Al contrario: Se trata precisamente de mirar el presente con optimismo, de deleitarse con un buen libro, de apasionarse por ese actor tan guapo, de reir a carcajadas y soñar con las cosas buenas que vamos a conseguir, de no dejarnos vencer por los malos momentos, de abrir los brazos a la buena gente que vamos conociendo... se trata de Vivir, en mayúsculas.
La vida es hermosa, incluso cuando ocurren cosas feas. Y, por encima de todo, es singular: Esta vida o ninguna. No soy tan tonta como para pensar siquiera en deshacerme de la única oportunidad que voy a tener de disfrutarla
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