jueves, 22 de noviembre de 2012

Transparencias


La pintura vieja en un lienzo, a medida que envejece, a veces se vuelve transparente. 
Pentimento. Lillian Hellman

 

 
Cuando el abuelo habla
Alfredo Rodríguez (pintor mexicano)
... y no solo la pintura. Las personas también. Claro que el término “envejecer” es relativo. Tanto las personas como los objetos envejecen según el ritmo de sus almas, más que el de sus años, pero eso no les quita un ápice de transparencia. Tarde o temprano todos acabamos padeciendo de invisibilidad.

Al nacer y en los primeros años de vida, todo el mundo mira al bebé. Comenta sus primeros pasos, sus travesuras, sus balbuceos. Empieza a sentirse muy importante, porque se sabe el centro del universo. Luego, durante la adolescencia y la primera juventud, sueña con desaparecer a ratos, porque parece que todo el mundo esté pendiente de cada movimiento que realiza. Durante la juventud pasea orgulloso como un pavo real, mostrando sus más bellas plumas a quien encuentra a su alcance, a veces por lograr el encuentro sexual, otras por presumir ante los compañeros de trabajo o los vecinos. Aunque no abriera su cola en abanico, todo el mundo le vería: la juventud es siempre un imán para las miradas.

Abuelo y nieto
D. Ghirlandaio
Los años siguen pasando y un día descubrimos que nos diluímos ante la vista de los demás. Un día es un tropezón con alguien que no nos vió porque su mirada seguía a unas bellas piernas que asoman bajo los pliegues minúsculos de ese retal llamado “minifalda”; otro día descubrimos que en el bar o en la tienda nos pasan de largo, para atender a ese muchacho tan elegante y jovencísimo que entró en el local quince minutos después de hacerlo nosotros. Cada día un pequeño detalle, un gesto del que nadie es consciente, salvo la pobre víctima que acaba mirándose a sí misma para ver si sigue ahí y comienza a descubrir que se está convirtiendo en celofán: algo que no se ve y que solo se oye cuando, por casualidad, le ponen un pie encima.

Lo realmente triste de esto es que comienza a suceder en un momento en que la persona aún tiene inquietudes que se corresponden con la juventud: sus hormonas siguen en perfecto funcionamiento, así que todavía es activo sexualmente; su cuerpo se mueve con dinamismo y su rostro apenas muestra arrugas o en su cabello tal vez no han aparecido las primeras canas, así que se siente lo bastante atractivo como para ser mirado; su cerebro es lúcido y está lleno de información que puede hacer su trato agradable y su conversación interesante... No le sirve de nada: es transparente. Nadie puede verle.

Retrato
Thomas W. Wood
A partir de ese momento no hay salvación para la persona. Pasan los años y sigue perdiendo opacidad, ahora ante los seres más cercanos. Vecinos y familia dejan de verle. Hasta los hijos, que parecían siempre amorosos y dispuestos a cuidarles hasta el fin de sus días, les buscan por la casa a la hora de comer o de tomar la pastilla para la tensión, sin darse cuenta de que están sentados en el sillón de siempre. Les miran sin ver que sus ojos se están apagando, a fuerza de no tener miradas de los demás; que su piel se reseca, porque se deshidrata en llantos de tristeza y se pliega sobre sí misma porque la erosionan lágrimas de soledad.
 
Sería bello que nuestra cultura comenzase a ver a los ancianos, como hacen otras. Nos sorprenderíamos al descubrir las sorpresas que nos tienen guardadas, desde la historia de nuestras familias, hasta la del país; de los consejos más atinados, a las más bellas leyendas. Todo eso nos lo estamos perdiendo porque no vemos a nuestros mayores. Todo eso va a desaparecer porque permitimos que, con los años, las personas se vuelvan transparentes.
 
 
 
Fotos:

3 comentarios:

  1. Una idea muy sugerente ésta de que nos volvemos transparentes con la edad. ¿Cómo se te ocurrió?

    Podría servirnos de inspiración para analizar otras situaciones que se viven a menudo en las relaciones sociales humanas y en las que nadie suele pensar; cuestiones que son también un poco "transparentes", por así decirlo.

    Una entrada magnífica, en forma y fondo.

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  2. En realidad la idea de la "transparencia" de algunas personas no es mía. Hace muchos años, viendo el musical "Chicago", escuché una magnífica canción que hablaba de ello.
    Hace unos días un amigo y compañero de estudios nos presentó un texto en el que se podía leer la frase que encabeza esta entrada.
    Y, por último, el haberme enfrentado a situaciones en que yo misma me he sentido así ¿a qué tú también has notado alguna vez que no te ven?

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