viernes, 9 de noviembre de 2012

Matrimonio y obispos

Esto es AMOR...
Estoy enfadada con los obispos. Esto no es nada nuevo: las élites religiosas tienen una facilidad extraordinaria para enfadarme cada vez que abren la boca.

Esta vez lo han logrado haciendo algo que siempre me ha parecido fuera de lugar: poner en entredicho una decisión de la judicatura y además actuar con exigencias en campos que no les competen.
En esta ocasión le ha tocado al matrimonio entre homosexuales, calificado de “falto de fidelidad a la Constitución”, pese a que el mismísimo Tribunal Constitucional lo ha aprobado y pese a que la Carta Magna española defiende el derecho al matrimono de todos los ciudadanos, sin especificar su sexo. Una vez comprobada la inutilidad de ese argumento vienen con el siguiente: "Pensamos, en particular, en el derecho de quienes contraen matrimonio a ser reconocidos expresamente como esposo y esposa; en el derecho de los niños y de los jóvenes a ser educados como esposos y esposas del futuro; y en el derecho de los niños a disfrutar de un padre y de una madre, en virtud de cuyo amor fiel y fecundo son llamados a la vida y acogidos en una familia estable... " (El País, versión digital, 08/11/12)


... esto es BELLO...
Parece ser que nuestros mitrados siguen jugando con la idea de que todos los matrimonios han de tener hijos propios y que los niños deben ser educados por seres de diferente sexo para que cuando sean mayores se unan a su vez a personas del sexo contrario, cosa que no sucederá si sus progenitores son del mismo sexo, porque la homosexualidad, como la gripe, se contagia por contacto.

Dicho de otra forma: para los prelados no son matrimonios aquellos en que las parejas sean estériles, tengan hijos adoptados, sus hijos se queden solteros para siempre en lugar de convertirse en “esposos y esposas del futuro” o, simplemente, aquellos en los que uno de los cónyuges le es infiel al otro repetidamente, faltando al “amor fiel y fecundo”.  Pero no. Esto es solo lo que parece. En realidad  todas esas cosas no son criticadas. Tampoco el que un niño crezca en el seno de una familia rota por las discusiones, infidelidades o violencia de los padres, que eso no preocupa a estos señores. Lo que de verdad les molesta es que se llame matrimonio a la unión de personas del mismo sexo y que estos críen niños.

... esto ni es amor, ni
es bello
Pues miren, Sus Ilustrísimas, resulta que las palabras son entes vivos que se van modificando con el tiempo y cambian su significado y a día de hoy, matrimonio es un contrato legal realizado entre dos personas adultas, con consentimiento de ambas partes y sin interferencias de terceros (incluyendo élites religiosas varias). Resulta también, que lo que necesitan los niños para crecer son personas que les quieran y se ocupen de ellos con amor y atenciones y nadie nos garantiza que la combinación de sexos opuestos tenga la exclusiva en el reparto adecuado de afecto.

De cualquier modo no voy a entrar en explicaciones, que ustedes ni merecen, ni escuchan. Solo les pediría un favor: ocúpense de su grey, repartan comida entre los necesitados, curen al enfermo, aconsejen a quien les pida ayuda, pero, por lo que más quieran, dejen a la gente vivir en paz. Respeten a las personas y, por encima de todo, recuerden que sus seguidores quizá estén obligados a obedecer sus consignas, pero los demás no tenemos porqué aguantar sus sermones. No nos gustan y no queremos oirlos. Si algún día cambiamos de opinión, ya les avisaremos.



Fotos:
http://ensentidocontrario.com
http://homovoz.blogspot.com
http://www.webdehogar.com

3 comentarios:

  1. Muy bueno, Amaparo. Es una lástima que esta chusma no opine como tú.

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  2. Fíjate que yo, pese a compartir gran parte de lo que escribes, sí pienso que la cuestión del matrimonio compete a los obispos, esto es, a la Iglesia. O más específicamente, a la religión. En lo que no estoy de acuerdo es en que competa "exclusivamente" a la Iglesia, que es lo que en el fondo quieren los obispos. Eso sí que no.

    La cuestión compete a la Iglesia, al Tribunal Constitucional, al Derecho, a la Filosofía, a la Moral... Y supongo además que se tratará siempre de una cuestión abierta, sin posible solución. Fíjate también que lo que en realidad plantean los obispos es una defensa no del matrimonio como institución, que esa no está en peligro, sino una defensa del término "matrimonio" para que se utilice exclusivamente para la unión del hombre con la mujer, y no en otros casos. ¡Es una discusión filológica! Luego además de a la Iglesia, a la Constitución y a todo lo demás, al final la cuestión la debe dirimir la Real Academia de la Lengua y los filólogos. ¡Qué curioso!

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