Probablemente, la imagen más conocida de Miguel Hernández |
Tengo por costumbre
mirar las efemérides del día, que es una de esas actividades que realizamos por
simple curiosidad y pocas veces sirve para algo más que presumir de una
erudición que, en realidad no poseemos. Así he descubierto que tal día como
hoy, 30 de octubre, en el año 1910 para mayor exactitud, nació Miguel Hernández.
No voy a descubrir nada
nuevo de este poeta genial, se ha escrito hasta la saciedad sobre él y su obra,
pero me gustaría conmemorar su aniversario contando lo que ha significado para
mí.
Algunos textos llegan
a nuestras manos por caminos torcidos y de ese modo llegó a mi vida:
curioseando en el cuarto de los trastos, en la casa de mi abuela, cayó a mis
pies una carpeta llena de manuscritos. Ahí, entre albaranes que reflejaban
transacciones hechas por mi bisabuelo, un par de cartas comerciales y algunos
borradores de mi abuelo, encontré un papel amarillento de años en el que
aparecían escritos a mano unos versos que decían:
Aquí estoy para vivir
mientras el alma me
suene,
y aquí estoy para
morir,
cuando la hora me
llegue,
en los veneros del
pueblo
desde ahora y desde
siempre.
Varios tragos es la
vida
y un solo trago es la
muerte.
Como mi abuelo fue
poeta, pensé que tal vez lo hubiera escrito él, hasta que me di cuenta de que
al final de la página decía “Sentado
sobre los muertos”. Miguel Hernández.
Caricatura con cebolla |
Esos versos me impactaron
tanto que me ocupé en buscar un libro de poemas de ese lírico, libro que aún
conservo, aunque avejentado de tanto tiempo y tantas lecturas, y que releo
periódicamente, con la misma veneración con que un creyente lee su biblia.
En aquella época, y
durante mucho tiempo después, veía en Miguel Hernández a un héroe salido del
pueblo, un cabrero que, a fuerza de leer logró expresar sus sentimiento y con
ellos, los míos. Con el tiempo descubriría que estudió derecho y literatura,
pero eso no rebajó en nada mi fascinación por sus versos; muy al contrario, me
hizo admirar más su capacidad de superación y sacrificio.
Fue víctima de la
guerra y las represalias franquistas, muriendo en la cárcel de tuberculosis, a
los 31 años. Cuando conocí estos detalles lo asimilé aún más a mi vida, tal vez
porque mi abuelo compartió tantas cosas con él: la poesía, el bando republicano
y la muerte en plena juventud, causada por el odio absurdo del vencedor hacia
el vencido.
Miguel con Josefina, su esposa |
Hace relativamente poco tiempo, tras la muerte
de mi madre, incapaz de llorar por una pérdida que aún no había asimilado, tomé
el poemario de Hernández y lo abrí por la página en que se encuentra la “Elegía a Ramón Sijé”. Fui leyendo
despacio, digiriendo cada palabra, hasta llegar a esos versos en que dice “No perdono a la muerte enamorada, / no
perdono a la vida desatenta, / no perdono a la tierra ni a la nada [... ] Quiero
escarbar la tierra con los dientes, / quiero apartar la tierra parte a parte /
a dentelladas secas y calientes. / Quiero minar la tierra hasta encontrarte / y
besarte la noble calavera / y desamordazarte y regresarte.” Al leer me di cuenta de que esa era la misma rabia que yo sentía, la misma impotencia, la misma tristeza. Gracias a ellas pude vestir mi alma de luto y empezar a curar la pena. Todavía hoy me emociono cuando leo esas palabras.
Siempre le estaré agradecida, por expresar lo mismo que sentía yo y dejarlo escrito para ayudarme a superar el peor trance por el que había pasado hasta ese momento. Seguramente por eso, por esas palabras escritas para mí años antes de que yo naciera, siempre estaré agradecida al cabrero de Orihuela y siempre tendré a mano sus poemas. Para oirle diciendome
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Fotos:
Miguel Hernández es uno de mis poetas favoritos. He leído que fue de Góngora de quien aprendió a hacer poesía, y que en sus años juveniles su obsesión era imitarle.
ResponderEliminarSus primeras poesías son muy "espesas", por decirlo así, difíciles de leer. Supongo que en esto tuvo que ver mucho la influencia de Góngora, el Poeta con mayúsculas. Aunque luego los versos de Miguel Hernández parece que fueron tomando su propia personalidad. Sus últimas obras se leen casi sin querer, más con el corazón que con los ojos.
Uno de los mejores poetas que han escrito versos. Y no sólo de entre los españoles.