sábado, 5 de mayo de 2012

¿Un mundo nuevo?

Para el G-15, porque caminar es más fácil desde que existe.

Laja, piedra dura, bella y
usada para hacer muros.
Quizá el G-15 entienda el porqué
Una amiga mía se preguntaba hace unas semanas si tendrán razón los mayas. Se refería, por supuesto, al tan traido y llevado fin del mundo que, siempre según los más pesimistas intérpretes de calendarios, se habrá de producir al termino de este año. Como conozco a mi amiga, que forma parte de mi círculo más cercano, y como sé en qué contexto lo dijo, no puedo menos que responder a su pregunta de modo afirmativo. Sí, el mundo se acaba. Tal vez no el planeta, ni el ser humano, pero sí acaba nuestro mundo. El suyo, el mío, el que compartimos ella y yo, junto a un par de amigos próximos: el mundo en que vivimos llega a su fin, probablemente para obligarnos a plantear todo de nuevo y volver a empezar de otra manera.
¿Callejón sin salida?
Habrá que escalar el muro
Entre nosotros hay quien tenía amigos que ya se han ido y quien no deja de ampliar su círculo de amistades; quien tenía un puesto de trabajo que ya no tiene o una vida perfectamente reglada que ahora está del revés; quien tenía salud suficiente para escalar montañas y ahora apenas puede dar unos pasos. Lo que hasta hace unos meses nos conformaba, ya no nos sirve de nada y nuestros sueños han quedado convertidos en uno solo, porque varios de ellos se han diluido en la nada.
Tenemos la buena fortuna de que el más importante de todos los planes que hemos trazado se va cumpliendo. Con dificultades, claro, como se cumplen todos los deseos que realmente valen la pena, pero está en marcha y va saliendo poco a poco a la luz. En medio de la desesperación, avanzamos un paso, tan pequeño algunas veces, que parece apenas un cambio de postura y como peor sería no avanzar nada, nos conformamos. Al menos hasta que un día se añade otro momento gris a la lista de las cosas oscuras y volvemos a rebelarnos, a pensar que no vale la pena seguir luchando, a buscar el refugio de las cosas cotidianas y seguras, la compañía y protección de los seres queridos, para que nos sequen las lágrimas y luego nos den el empujón necesario para seguir luchando.
Hoy le tocó a uno, hace un par de días fue otro. Yo llevo varios días pensando en dejarlo todo y  volver a la vida de antes. Es lo que tiene escoger un camino difícil: uno no siempre tiene fuerzas para seguirlo.
Difícil es a
veces sinónimo de bello
No sé qué traerán los próximos meses, porque los pasados nos han demostrado que no se puede planear nada a largo plazo, ya que siempre hay imprevistos, pero de una cosa si estoy segura: el mundo finaliza y no será con explosiones ni lluvias de fuego. Terminará, como termina casi todo, por muerte natural. Las cosas, como las personas, tienen un tiempo de vida. Luego mueren y dejan paso a otras cosas nuevas, tal vez no mejores, pero siempre llenas de promesas y de esperanzas de que esta vez todo será mejor.
El mundo se acaba porque ha pasado por las etapas que le estaban destinadas. Ahora toca sentar las bases para comenzar a trabajar en nuestra nueva vida, en la que, si es que hemos logrado aprender algo de los errores, tal vez podamos crear nuestro lugar definitivo. Si no fuera así, solo significará que aún vivimos y nos pasan cosas. Y eso también es bueno.

2 comentarios:

  1. Al final lo que importa son los minutos que hayas apuntado en la libreta...

    ResponderEliminar
  2. Yo solo sé que ya hace tiempo que decidí quienes quería que fuesen mis compañeros de viaje. A veces pienso que en ese momento ni siquiera fui consciente de que estaba tomando una decisión; sencillamente llegásteis, os vi y ahí me quedé.
    Y así quiero que siga, en este camino o en cualquier otro.
    Quizás este no ha sido nuestro mejor año; pero, sin duda alguna, gracias a vosotros el camino se ha hecho mucho menos largo. Espero que nadie se baje ya de este barco... porque lleva grabado el nombre de todos nosotros.

    ResponderEliminar