jueves, 10 de mayo de 2012

Filosofía en pantalla grande

Hoy he visto una película „para niños”. Así las suelen calificar, pero yo prefiero llamarlas películas amables que es lo que son realmente: cintas que se hacen amar por quien las ve.

"¿A qué tú no puedes
hacer esto?"
Yo soy una entusiasta espectadora de las llamadas “películas Disney”, sobre todo de las clásicas. Las actuales se me quedan un poco “cojas”, porque los dibujos hechos por ordenador son excesivamente perfectos, casi en tres dimensiones. Por si fuera poco les suele faltar algo que, al menos para mi gusto, siempre formó parte del encanto de esas películas: las canciones. Hay personas que lo prefieren, pero a mí se me quedan “cojas” si no puedo escoger mi canción preferida. Asociar la película a su canción era uno de los juegos favoritos que se derivaban de la visita al cine. El otro era recordar la frase o el diálogo que nos había llegado al corazón y que acabaría convirtiendose en proverbio o, simplemente, en una de nuestras bromas favoritas. Terminábamos de ver “Alicia...” y pasábamos meses repitiendo “exácticamente”, viniera o o a cuento. Precisamente de esta película es un diálogo que se me grabó desde que lo escuché por primera vez:

Alicia: ... Solo quiero saber qué camino debo tomar.
Gato: Pues depende de a dónde quieras ir.
Alicia: Eso no importa. Si tú me dices...
Gato: Entonces, realmente no importa el camino que escojas.

Era pequeña, pero no tanto como para no comprender la verdad que encerraban las palabras con que el Gato risón cierra la conversación. Aunque entonces las entendí en sentido casi literal, con el tiempo aprendí a reconocer su alcance: solo cuando sabemos qué queremos conseguir podemos dar los pasos que nos conduzcan a lograrlo. Mientras tanto, no importa el camino que escojas.

Mamá Odie
La película de hoy me ha recordado un poco a esta escena. Se trata de The Princess and the Frog (ignoro el título en español). El príncipe y Tiana, convertidos en ranas, llegan a la presencia de Mama Odie, una sacerdotisa vudú que vive el bayou, para pedirle que les devuelva la forma humana. Mama Odie trata de hacerles ver la diferencia entre lo que quieren y lo que necesitan. Al final se darán cuenta de que lo que necesitan es lo importante, lo que realmente les permitirá ser felices: sus amigos y familia. El resto (dinero, un restaurante de lujo, una vida de despreocupacion económica) tal vez lo quieran, pero no es imprescindible.

Es más o menos la misma enseñanza que daba el gato risón: debemos mirar dentro de nosotros, descubrir quienes somos y que es lo importante en nuestra vida. Cuando descubrimos la respuesta podemos tomar el camino correcto,  el que nos lleve hacia aquello que realmente necesitamos.
Mufasa y Simba
Estas cintas tienen siempre una enseñanza, aparte de los valores que tratan de inculcar a los niños. Hablan de la amistad, la familia, el esfuerzo que hay que hacer para lograr lo que nos proponemos, cuestiones eternas que hacen de las películas de esa factoría unos clásicos que gustan a todas las generaciónes. Cuando Mufasa le dice a Simba aquello de “...todos estamos conectados en el gran ciclo de la vida”, se lo está diciendo también a todos los espectadores y, sobre todo, a los niños, que entienden perfectamente el mensaje y recuerdan mucho mejor que hay que respetar a todos los seres vivos y cuidar la naturaleza. Además ¿quién se atrevería a contradecir a Mufasa? Y ¿qué decir de Sid, el oso perezoso, medio tonto y entrañable de Ice Age? Entre los muchos números cómicos que protagoniza en las tres películas de la saga, también él se atreve a tener un momento de seriedad y recomienda: “Tienes que olvidar el pasado, para poder tener un futuro”.

A veces Diego pierde la
paciencia con Sid
También hay momento para consejos más ligeros, que son los que mejor se recuerdan. Sobre todo si salen de los labios de un oso gandul, entusiasta de la música, que educa a su protegido cantándole “busca lo más vital, no más. Lo que es necesidad, no más y olvidate de la preocupación (...) y la naturaleza te lo da”.  En la Biblia también se da un mensaje parecido con aquello de los pájaros del cielo que vendrán a alimentarte y esas cosas, pero no hay evangelista que tenga la mitad de encanto y carisma que Baloo. Y además, lo dicen sin música, así que no pueden pretender llegar ni a la décima parte de público.

Ahora me voy a retirar. Trataré de descubrir qué necesito para ser feliz. Para ello miraré un poco dentro de mí, , buscaré la segunda estrella a la derecha y dejaré que me ilumine en la búsqueda. Ya sé lo que debo buscar: lo que es necesidad, no más.

"... si como una abeja afanas...
¡trabajas demasiado!"

3 comentarios:

  1. Hoy no te voy a escribir ningún comentario sofisticado de los míos. Sólo decirte que sí, que lo que uno necesita es lo importante. El secreto está en "querer" lo que uno necesita. Pero ¿seguro que querer únicamente lo que se necesita es el secreto de la felicidad? Umm... no sé, no sé... yo diría que ahí falta algo.

    Pero, como te he dicho, no te voy a contestar nada sofisticado. Sólo decirte que Alicia es mi película favorita de la Disney. Y lo es ahora, de adulto, porque cuando era pequeñajo no la entendía. Incluso me daba un poco de miedo. Ahora, de mayor, me parece una genialidad de principio a fin. ¡Hasta me sé de memoria diálogos enteros!

    No sabría decirte cuál es mi escena favorita, la de la Oruga, la del jardín de flores ("-¿Qué clase de flor eres?". -"¡Ay, pues no sé! Supongo que una Alicia". -"¿Una Alicia? Nunca he oído esa flor"), la fiesta del NO-cumpleaños ("Este reloj tiene ¡dos días de atraso!") o el juicio que le hacen a Alicia al final de la peli, ¡buenísimo!, con la Reina de Corazones ("¡Que le corten la cabeza!").

    Una de las frases más geniales de la peli la dicen en la escena del juicio, cuando la Reina le pregunta a Alicia si está preparada para escuchar la sentencia. Alicia contesta sorprendida: "¡Sentencia! ¡Pero si todavía no me han juzgado!", y la Reina de Corazones le grita: "¡La sentencia es primero! El juicio vendrá después". Es genial porque encierra una gran sabiduría: en la vida la sentencia es primero (primero uno vive, experimenta, se equivoca y recibe el castigo) y el juicio viene después (entonces, y sólo entonces, uno piensa, reflexiona y aprende).

    "La sentencia es primero. El juicio vendrá después" ¡Genial!

    Otro de mis diálogos favoritos es precisamente el que tú mencionas, el que mantienen Alicia y el Gato Risón. El Gato le dice a Alicia que si lo que está buscando es un conejo blanco debería preguntarle al Sombrerero Loco. Alicia le dice que no, que mejor no. Entonces el gato le sugiere que vaya a ver a la Liebre. Alicia piensa entonces que será mejor visitar a una liebre que a un sombrerero loco, pero el Gato le dice que da igual, que la Liebre también está loca: "¡Ay, pero yo con locos no quiero tener ningún trato!", le dice Alicia. Y el Gato le contesta: "Ah, eso no lo puedes evitar, aquí todos parecen estar locos".

    "Aquí todos parecen estar locos". En el mundo del que procede Alicia, el mundo real (el nuestro), nadie parece estar loco. Todos son personas serias y respetables, personas que creen que fantasía y mentira significan lo mismo. Además nadie es auténtico, todos son unos hipócritas. En el fondo es un mundo falso y aburrido, en el que reina la necesidad.

    En el País de las Maravillas, por el contrario, todos parecen estar locos, mas sus personajes son todos auténticos, divertidos y entrañables. ¡Hasta la Reina de Corazones lo es! Y, por encima de todo, creen que hay algo más valioso que la simple necesidad: la imaginación y la fantasía.

    Yo soy de los que piensan que hay más locos en nuestro mundo que en el País de las Maravillas. Y estoy casi seguro de que tú debes de pertenecer al país del Gato Risón, del Sombrerero Loco y del Conejo Blanco.

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  2. Si medimos las dosis de locura que hay en mi ida y mis actos, deberé darte la razón: yo pertenezco a ese País. La vida sería puro aburrimiento sin un poco de locura, que es como se califica habitualmente a la capacidad de tomar a broma todo y a todos, empezando por uno mismo.

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    1. El Sombrerero, la Liebre, el Gato... ¡todos están locos! Dicen y hacen cosas muy raras, aparentemente absurdas, pero que suelen esconder una verdad oculta. En realidad son unos sabios, ¡unos sabios locos!, unos sabios juguetones y felices. A lo mejor todo tiene que ver...

      Una sabiduría alegre, una felicidad juguetona... lo difícil es combinar todo esto con la cruel necesidad y sin volverse loco del todo. Ahí estará el secreto, en saber combinar un poco de cada cosa, y no limitarse sólo a lo que es necesidad ;)

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