lunes, 3 de marzo de 2014

Premios de cine

Otra vez los Óscar. Pocos premios, incluyendo los más afamados galardones literarios o incluso los Nóbel, despiertan tantas pasiones.
Semanas antes de conocerse el fallo del jurado todos hablan de ellos. Se hacen predicciones y se comentan los argumentos, los actores, los directores y hasta el vestido que llevarán las actrices se convierte en tema favorito.

Por fin llega el día de la entrega y nos sentamos ante el televisor deseando ver la llegada de las estrellas, seguimos la gala con atención y reimos las gracias del presentador de turno. Últimamente la magnífica Ellen Degeners quien, pese a su indiscutible buen hacer,  no ha logrado que  olvidemos del todo a otros grandes como Whoopy Goldberg (genial en todo lo que hace), John Stewart (divertido, sin más pretensiones)  o el que para mí merece el título de mejor presentador de la gala en toda su historia, Billy Cristal, considerado por muchos el rey del slapstick y que es en mi opinión  uno de los mejores y más completos cómicos estadounidenses de todos los tiempos
.
La gala de este año no ha traido sorpresas de ningún tipo: mucho glamour, mucha lentejuela, muchas risas y premios entregados a los que esperábamos que los recibieran.
Algunos espectadores deseaban ver premiados a di Caprio y Scorsese, aunque no entraron en mi quiniela en
ningún momento. La película recuerda excesivamente a "Casino", del mismo director, y tres horas de volver
a ver la misma película es demasiado para cualquiera. La historia no tiene nada especial y el hecho de que sea una buena película tampoco es suficiente para llevarse un premio: hoy en día, teniendo el dinero (y Scorsese sabe como conseguirlo), lo difícil es hacer una película mala. Por supuesto que se puede ver y disfrutar, pero no aporta nada nuevo a la carrera de su director ni al mundo del cine. En cuanto a Leonardo di Caprio, me temo que lleva camino de convertirse en el Cary Grant de esta generación de actores: un actor alabado por crítica y público, creador de papeles impecables desde la primera vez que apareció en la pantalla, pero sin premio, no porque no lo merezca, sino porque siempre hay otro actor que ha hecho un papel más llamativo, como ha ocurrido esta vez. La Academia no va a premiar la biografía de un delincuente, teniendo a un héroe al que dar el premio, como ha hecho siempre. (Léase esta última frase con gesto de censura, porque no estoy nada de acuerdo con esa falsa nobleza de principios.)
En cuanto a la película ganadora, "12 años de esclavitud",  no sé si merecía la estatuilla o no, pero imagino detrás de la concesión  el interés de dejar claro que Hollywood está a favor de la libertad y en contra de la esclavitud. La política siempre fue más poderosa que el arte y en los Estados Unidos el uso de lo "políticamente correcto" es casi enfermizo. 

La gala, como decía al principio, fue normalita, lejos de la idea que tenemos de cómo debe ser una entrega de premios como los Óscar, pero agradable. Un par de canciones, una de ellas acompañada de un número de baile sin pretensiones; un par de chistes; unos litros de lágrimas y poco más. Nada que nos desviase del motivo de conversación más recurrente durante la noche: los vestidos de las chicas. Los chicos dieron pocas sorpresas, si exceptuamos la chaqueta azul de Jimm Carrey o el pantalón corto de uno de los presentes: smoking (chaqueta negra o blanca, como la del guapísimo Jared Lato), pajarita (salvo en el cuello de Will Smith, atractivo con su traje de camisa abierta en el cuello, que le daba ese aire fresco al que nos tiene acostumbrados) y una sonrisa en los labios, que es como suelen vestir los hombres en estas ocasiones.

La mayoría de mujeres vistieron sus galas más espectaculares, aunque alguna que otra llevó lo primero que sacó del armario (o lo que algún enemigo escogió para ellas). Como no quiero hacer una entrada interminable, menciono solo a una: bella entre las bellas, como siempre, Meryl Streep, de blusa blanca y falda negra, sobria, sencilla y elegante. Sigue enseñándonos a todas el significado de la expresión "vestir según la ocasión".

En resumen: pocas sorpresas, mucha política (de la interna y de la nacional), muchas estrellas, luces, focos, cámaras y nada demasiado importante o interesante detrás de todo ello.


Y, pese a todo, el año que viene volveré a trasnochar para verla porque, nos guste o no, la entrega de los Premios Oscar sigue siendo "La Gran Fiesta del Cine".

3 comentarios:

  1. Excelente y amena crónica. De aquí al Fotogramas.

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    1. En realidad la dejado algo corta, pero tampoco es cuestión quitarle el puesto a los auténticos críticos de cine.

      Gracias por leer y comentar.

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  2. Yo hace años que no voy al cine. Y diré más, creo que hace tiempo que ni tan siquiera termino de ver una película completa del tirón. Al principio no comprendía muy bien mi rechazo, pero con los años he llegado a comprender por qué ya no me gusta tanto el cine ni las películas.

    La ceremonia de los Óscar creo que me quedé a verla una vez cuando era más joven. Hoy ni tan siquiera me preocupo por saber quién ha ganado. En lo de lo políticamente correcto tienes toda la razón, los estadounidenses a menudo se exceden innecesariamente en su puritanismo, pero tampoco me parece bien lo que hacen aquí con la ceremonia de los Goyas. La entrega de los premios debería ser una fiesta del cine, así que más actores, más directores, más pelis y más público. ¡Más cine y menos política!

    Cambiando de tema: ¿qué tal los exámenes? Escríbeme en privado y me lo cuentas ;)

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