Otra vez los Óscar. Pocos premios, incluyendo los más
afamados galardones literarios o incluso los Nóbel, despiertan tantas pasiones.
Semanas antes de conocerse
el fallo del jurado todos hablan de ellos. Se hacen predicciones y se comentan
los argumentos, los actores, los directores y hasta el vestido que llevarán las
actrices se convierte en tema favorito.
Por fin llega el día de la
entrega y nos sentamos ante el televisor deseando ver la llegada de las
estrellas, seguimos la gala con atención y reimos las gracias del presentador
de turno. Últimamente la magnífica Ellen Degeners quien, pese a su indiscutible
buen hacer, no ha logrado que olvidemos del todo a otros grandes como
Whoopy Goldberg (genial en todo lo que hace), John Stewart (divertido, sin más
pretensiones) o el que para mí merece el
título de mejor presentador de la gala en toda su historia, Billy Cristal,
considerado por muchos el rey del slapstick y que es en mi opinión uno de los mejores y más completos cómicos
estadounidenses de todos los tiempos
.
La gala de este año no ha
traido sorpresas de ningún tipo: mucho glamour, mucha lentejuela, muchas risas
y premios entregados a los que esperábamos que los recibieran.
Algunos espectadores deseaban
ver premiados a di Caprio y Scorsese, aunque no entraron en mi quiniela en
En cuanto a la película ganadora, "12 años de esclavitud", no sé si merecía la
estatuilla o no, pero imagino detrás de la concesión el interés de dejar claro que Hollywood está
a favor de la libertad y en contra de la esclavitud. La política siempre fue
más poderosa que el arte y en los Estados Unidos el uso de lo
"políticamente correcto" es casi enfermizo.
La gala, como decía al
principio, fue normalita, lejos de la idea que tenemos de cómo debe ser una
entrega de premios como los Óscar, pero agradable. Un par de canciones, una de
ellas acompañada de un número de baile sin pretensiones; un par de chistes;
unos litros de lágrimas y poco más. Nada que nos desviase del motivo de
conversación más recurrente durante la noche: los vestidos de las chicas. Los
chicos dieron pocas sorpresas, si exceptuamos la chaqueta azul de Jimm Carrey o
el pantalón corto de uno de los presentes: smoking (chaqueta negra o blanca,
como la del guapísimo Jared Lato), pajarita (salvo en el cuello de Will Smith,
atractivo con su traje de camisa abierta en el cuello, que le daba ese aire
fresco al que nos tiene acostumbrados) y una sonrisa en los labios, que es como
suelen vestir los hombres en estas ocasiones.
La mayoría de mujeres vistieron
sus galas más espectaculares, aunque alguna que otra llevó lo primero que sacó
del armario (o lo que algún enemigo escogió para ellas). Como no quiero hacer
una entrada interminable, menciono solo a una: bella entre las bellas, como
siempre, Meryl Streep, de blusa blanca y falda negra, sobria, sencilla y
elegante. Sigue enseñándonos a todas el significado de la expresión
"vestir según la ocasión".
En resumen: pocas
sorpresas, mucha política (de la interna y de la nacional), muchas estrellas,
luces, focos, cámaras y nada demasiado importante o interesante detrás de todo
ello.
Y, pese a todo, el año que
viene volveré a trasnochar para verla porque, nos guste o no, la entrega de los
Premios Oscar sigue siendo "La Gran Fiesta del Cine".
Excelente y amena crónica. De aquí al Fotogramas.
ResponderEliminarEn realidad la dejado algo corta, pero tampoco es cuestión quitarle el puesto a los auténticos críticos de cine.
EliminarGracias por leer y comentar.
Yo hace años que no voy al cine. Y diré más, creo que hace tiempo que ni tan siquiera termino de ver una película completa del tirón. Al principio no comprendía muy bien mi rechazo, pero con los años he llegado a comprender por qué ya no me gusta tanto el cine ni las películas.
ResponderEliminarLa ceremonia de los Óscar creo que me quedé a verla una vez cuando era más joven. Hoy ni tan siquiera me preocupo por saber quién ha ganado. En lo de lo políticamente correcto tienes toda la razón, los estadounidenses a menudo se exceden innecesariamente en su puritanismo, pero tampoco me parece bien lo que hacen aquí con la ceremonia de los Goyas. La entrega de los premios debería ser una fiesta del cine, así que más actores, más directores, más pelis y más público. ¡Más cine y menos política!
Cambiando de tema: ¿qué tal los exámenes? Escríbeme en privado y me lo cuentas ;)