Empiezo a relajarme un poco después de un largo fin de semana de festejos y
otros cinco días de tareas agotadoras. Es viernes por la noche (sábado ya,
según el reloj) y todos duermen. La casa ha quedado en silencio y casi a
oscuras, salvo por la luz que llega desde el dormitorio del duende, que sigue
siendo incapaz de dormir sin ella, pese a sus recien estrenados dieciséis años,
y la que sale de la pantalla del ordenador.
Ha transcurrido apenas una semana desde que el duende celebró su cumpleaños
y hago balance de lo que hemos vivido juntos en este tiempo, de las cosas que
han cambiado en nuestros cuerpos, en nuestra mente, en nuestra vida.
Al mirarle veo una figura transformada en la que la androginia de la
infancia se ha ido transformando en unos rasgos inequívocamente masculinos. Su
gesto se ha tornado adusto y sus ojos miran cubiertos por un ceño generalmente
fruncido y a veces se dirigen hacia el cielo, como si desde allí hubiera de
bajarle la paciencia que necesita para enfrentarse a tanto incompetente. En
resumen: la pubertad se ha adueñado de él y solo nos queda el consuelo de que
esta será una fase más, que pasará como todas las otras. Al fin y al cabo, en
solo dos años se convertirá en un elfo.
Esta etapa me está haciendo añorar los tiempos en que diversos objetos
salían "volando" por la ventana, los armarios aparecían en el pasillo
y un beso curaba todos los males. Ahora los besos están casi prohibidos y solo
se aceptan (a regañadientes y con gesto de sufrimiento) cuando nos deseamos una
buena noche.
La adolescencia siempre es difícil para todos los que la sufren. Los niños
ya no lo son del todo y reaccionan entre sorprendidos y enfadados ante las
modificaciones de su anatomía y su cerebro. Los adultos que conviven con el
joven tienen que aprender a despedirse de su bebé y a convivir con ese señor,
casi mayor de edad, que empieza a manifestar sus deseos de ser respetado y
tratado como un igual.
Cuando el adolescente es además un duende, la comunicación es casi
imposible. Los duendes tienen un idioma que no siempre es comprensible para los
humanos así que es difícil encontrar las palabras con que explicarle los
cambios que se producen en su cuerpo o que ciertas costumbres infantiles no son
adecuadas a los dieciséis años. A los pobres mortales solo nos queda echar mano
de una alta dosis de paciencia y hacer lo que buenamente podamos con nuestros
escasos medios.
Vivir con un duende en la casa no ha resultado fácil. Su sonrisa ha sido
siempre un alivio en los peores
momentos, pero no ha logrado curar del todo la
sensación de que algo quedó sin hacer, de que tal vez se pudieron evitar
ciertos errores. Todos hacemos nuestras tareas como mejor sabemos, pero educar
niños o duendes es algo para lo que nadie está preparado. Da igual cuántos
libros se lean porque en ellos hablan de seres abstractos y no tienen nada que
ver con esa persona real que un día irrumpe en nuestras vidas, con su propio
carácter y sus necesidades personales y distintas de las de otros seres. Los
niños de verdad son mucho más sucios, llorones y tragones que esos seres
angelicales que vemos en los manuales de psicología infantil. De los duendes
¿que se puede decir? ni siquiera son como los demás niños: son igual de sucios,
llorones y tragones, pero durante mucho más tiempo, años incluso.
Me acerco al cuarto del duende y le veo dormir. Su respiración es sosegada
y el rostro ha perdido un poco de esa dureza que acompaña a su gesto en los
últimos tiempos. De pronto me fijo en su mano que sostiene una esponja y siento
como unas lágrimas de emoción ruedan por mis mejillas. En dos años será un
elfo, podrá votar e irse a vivir a otra casa, pero allí, escondido tras la
barba incipiente que le mancha de gris el rostro, semi oculto por una esponja
blanca que reposa con él, sique viviendo el pequeño duende aficionado a
redecorar dormitorios.
Tal vez sea que la luna invita todavía a mi duendecillo a bailar toda la
noche. Quizá aún no le hemos perdido del todo.
Fotos:
www.lebenshilfe-berlin.de
www.hinsar.com
¡Mucho ánimo y paciencia en estos años de adolescencia que os quedan! Un beso :)
ResponderEliminar¡Mucho ánimo y paciencia en los años de adolescencia que os quedan! Un beso :)
ResponderEliminarGracias por leer y comentar.
EliminarIUn beso.