22 de diciembre.
Cuarta Vela
La última vela se
enciende cuando faltan dos días para Nochebuena y justo cuando se pone en
marcha el sorteo de lotería más comentado y esperado del año.
Por ser la última
quiero que sea una vela alegre y optimista, que ya hemos tenido suficientes
pesares para divagar, así que voy a centrarme en la que para mí ha sido la
mejor noticia de la semana y tal vez del año. De las malas ya hablaremos en otras entradas.
El protagonista se
llama Andrés y hubo un tiempo en que era constructor. Ya no lo es. A él también
le llego el momento de cerrar su empresa y conocer suficientes tribulaciones
como para llevarle a dormir en la calle. Porque Andrés es un indigente.
Hace unos días llamó a
un programa de radio. Él también quería participar en la cabalgata de su ciudad
comprando caramelos para los niños. ¿Comprando? ¿un mendigo? Pues sí: una
señora le había dado cincuenta euros y él quería regalarlos a los niños de su
localidad en forma de chucherías.
Lo que hace tan buena
a esta noticia es el mensaje solidario que encierra y el ejemplo de amor y
entrega hacia los demás.
Enciendo la cuarta
vela y pido que nunca se nos olvide que la bondad es mucho más abundante que su
antónimo, que el mundo está lleno de buenas personas y que solo tenemos que seguir
su ejemplo para hacer de él un sitio agradable en el que vivir.
Sin duda la buena voluntad es más abundante de lo que se cree. Lo malo es que no suele ser fuerte. Una conocida filósofa de nuestro tiempo, ganadora del Premio Príncipe de Asturias, llama a esta debilidad "la fragilidad del bien" (Martha Nussbaum).
ResponderEliminarEncenderé yo también mi última vela para que nunca nos falte la fuerza del bien y la buena voluntad. ¡Feliz Navidad, Amparo!
¡Cuánta razón tiene!
EliminarSin ser filósofos reconocidos, la gente de la calle dice algo parecido: hay más buenos que malos, pero a los malos se les ve más.
Esperemos que se empiece a ver más a los buenos, que son los que valen la pena de verdad.