martes, 31 de diciembre de 2013

Adios Año Viejo


Parecía que había venido para quedarse pero al final 2013 se acaba, como se acaban todas las cosas, sean malas o buenas.

No ha sido mi año favorito, no vamos a engañarnos. En lo personal, enfermedades graves, achaques menos graves y un par de momentos tristes. En lo general, pérdidas de todo tipo: de personas que marcaron nuestras vidas en varios campos, desde el arte hasta la política; de derechos democráticos; de confianza en casi todo lo que parecía bien anclado en nuestro mundo. Las pocas cosas buenas aparecían empañadas por otras fastidiosas, molestas, dañinas incluso, según el caso.

Para compensar un poco tanta infamia, he decidido hacer una lista de buenos propósitos, porque a lo mejor el problema no ha sido el año, sino mi actitud y será suficiente variar la conducta para cambiar la suerte. Por otro lado, nunca he hecho ninguna, así que será una novedad divertida.

Como me conozco y sé que si me propongo demasiadas cosas no sabré por dónde empezar y acabaré por no hacer nada, no quiero realizar  una lista larga tipo las diez cosas que... y la dejaré en la mitad.

La titularé Las cinco cosas que voy a hacer en los próximos doce meses:

1. Volverme mala persona al menos dos veces por semana. Porque decir “no” también es humano; porque mi opinión es tan buena como la de los demás y no tengo razones para callarla; porque ya está bien de perdonar a los demás todo lo que hacen (incluyendo roturas de corazón y puñaladas traperas); porque soy un mortal como cualquier otro y no siempre tengo fuerzas para sostener a los demás. Por todo eso y por otras cosas más, me he propuesto firmemente ser de vez en cuando estúpida, cargante y hasta malvada si es preciso.

2. Ocuparme mejor de mi familia. No más, solo mejor. Llevo ya unos días practicando algo que casi había olvidado: alejarme del ordenador, los libros y todo lo que me pueda atar a mi cuarto de trabajo, para sentarme con mi familia a disfrutar de ellos. Cuando deba trabajar lo haré, pero cuando llegue la hora de dedicarme a mi gente, no pienso dejarme despistar por nada ni por nadie.

3. Ordenar todo lo que he escrito este año y empezar a dar forma a las notas que he tomado. A veces tengo buenas ideas que no me llevarán a la fama, pero sí a la satisfacción personal. Eso bien vale el esfuerzo.

4. Ir al médico a hacerme un par de revisiones que tengo pendientes desde hace años.

5. Bajo ningún concepto, plantearme el dejar de fumar. Llevo años pensando que debería dejarlo y no lo he hecho nunca, sería una tontería volver a pensar sobre ello. Si algún día dejo los cigarrillos, será sin pensarlo.

Reconozco que mis propósitos de Año Nuevo no son nada originales, ni siquiera poéticos, pero es que he llegado al convencimiento de que lo mejor que se puede hacer con las metas es ponerlas cerca e ir superándolas poco a poco, sin olvidar que la mejor forma de lograr el cumplimiento de un deseo es que este sea “obtenible.

En cuanto al año que nos deja, para que no diga que le despido recordando sus crueldades, lo haré agradeciéndole algo: gracias, 2013, por marcharte de una buena vez.

Según los chinos, el 2014 será el
Año del Caballo de Madera.
Empezará el 31 de enero.



Fotos:
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domingo, 22 de diciembre de 2013

Corona de Adviento. Cuarta Vela


22 de diciembre. Cuarta Vela

 

La última vela se enciende cuando faltan dos días para Nochebuena y justo cuando se pone en marcha el sorteo de lotería más comentado y esperado del año.

Por ser la última quiero que sea una vela alegre y optimista, que ya hemos tenido suficientes pesares para divagar, así que voy a centrarme en la que para mí ha sido la mejor noticia de la semana y tal vez del año. De las malas ya hablaremos en otras entradas.

El protagonista se llama Andrés y hubo un tiempo en que era constructor. Ya no lo es. A él también le llego el momento de cerrar su empresa y conocer suficientes tribulaciones como para llevarle a dormir en la calle. Porque Andrés es un indigente.

Hace unos días llamó a un programa de radio. Él también quería participar en la cabalgata de su ciudad comprando caramelos para los niños. ¿Comprando? ¿un mendigo? Pues sí: una señora le había dado cincuenta euros y él quería regalarlos a los niños de su localidad en forma de chucherías.

Lo que hace tan buena a esta noticia es el mensaje solidario que encierra y el ejemplo de amor y entrega hacia los demás.

Enciendo la cuarta vela y pido que nunca se nos olvide que la bondad es mucho más abundante que su antónimo, que el mundo está lleno de buenas personas y que solo tenemos que seguir su ejemplo para hacer de él un sitio agradable en el que vivir.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Corona de Adviento. Tercera Vela


15 de diciembre. Tercera Vela



El tercer domingo de Adviento me encuentra enfrentada a problemas personales que, unidos a la hipersensibilidad propia de las fiestas, me llevan a divagar sobre el futuro con una negatividad que hasta ahora me era desconocida.

Hace ya muchos años que sueño con una casita pequeña, junto al mar y a mi gente, en la que vivir mis últimos años sobre la tierra. Me veía a mí misma paseando descalza sobre la arena, con el agua rozando mis pies y sintiendo el olor a pino y a sal propio de una cala mediterránea.

Esa idílica estampa se ve ahora empañada por noticias sobre la pobreza y abandono a que se ven sometidos cada día más niños y ancianos, los recortes en ayudas sanitarias tan básicas como la adquisición de medicamentos o el apoyo a los enfermos y discapacitados, necesitados de una persona que les facilite la vida.

Una miembro del gobierno dice que no sería justo gastar dinero del estado en un enfermo crónico, olvidando al hacer esas manifestaciones los años que ese mismo enfermo ha pasado pagando al estado para, entre otras cosas, asegurar esa ayuda en caso de necesidad. Otro decide que el único aprendizaje que nuestros niños necesitan imperiosamente en la rama de Humanidades es la religión católica y lo impone como asignatura obligatoria en las escuelas, al mismo tiempo que otro miembro de su partido telefonea a una fundación, preguntando cuánto dinero cobra y desde cuando la persona que da nombre a esa corporación... muerto hace ya casi 700 años. Se aprueba una ley penando a aquellas personas que instalan en su hogar un sistema fotovoltáico, porque al usarlo dejan de aportar dinero a las eléctricas, supongo que por el miedo a tener que rebajar el sueldo al pariente o amigo al que han puesto al frente del negocio. Otra ley anula unos derechos básicos del ciudadano de un país democrático: manifestar su rechazo a lo que no les gusta; unirse a otros en esa lucha; demostrar con imágenes qué hacían ellos y qué les hacían otros durante la protesta.

Cuando parecía que había mucho de exageración, que las cosas no pueden estar tan mal, leo la noticia de la muerte de tres miembros de una familia. Se intoxicaron con los alimentos ingeridos en la comida. Los pocos alimentos que habían conseguido para su sustento estaban caducados y seguramente, podridos. Una niña de 13 años está ingresada en un hospital, víctima también de la intoxicación y cuando salga descubrirá que es huérfana y que ha perdido a su hermana. Espero que al menos no tenga que pagar la factura del hospital o una parte de las medicinas que haya consumido.

Definitivamente, no es ese un lugar donde un jubilado, con la sola ayuda de su renta, pueda disfrutar del merecido descanso. Habrá que ir cambiando los planes.

 
Enciendo la tercera vela y, por unos segundos, me conformo con ver su luz bailoteando ante mis ojos y con sentir el calor que desprende. Entonces me doy cuenta de que eso es justo lo que deseo hoy: luz y calor.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Corona de Adviento. Segunda Vela

 Domingo, 8 de diciembre. Segunda Vela
 
 
Esta semana ha traido noticias tristes. De entre ellas la que más me ha apenado ha sido la muerte de Nelson Mandela. Sé que hay seres especiales que no mueren nunca y Madiba es uno de ellos, pero su marcha deja un vacío muy grande. El mundo necesita héroes a los que pueda escuchar y tocar.

Su vida ha sido un ejemplo de lucha y sufrimiento. Tras tantos años de dolor y trabajos, cuando parecía que había ganado la batalla y podría retirarse a descansar, siguió trabajando, porque él sabía que no basta con llegar a la meta: tras ella aparece otra calle que recorrer.

Al fin, siendo ya un anciano, se dirigió a nosotros (a todos, sin excepción) para pedirnos algo y yo, que creo en él y en sus palabras, tomo su petición y la hago mía, repitiendo, mientras enciendo la segunda vela de mi Corona de Adviento:

"Donde quiera que haya pobreza y enfermedad, donde quiera que los seres humanos estén siendo oprimidos, hay trabajo por hacer. Después de 90 años de vida, es tiempo de que nuevas manos emprendan la tarea. Ahora está en vuestras manos". (Discurso de N. Mandela en Hyde Park, Londres. 2008)
 
Este es mi segundo deseo: no escuchar a quien diga lo contrario, porque sí es posible; un solo ser humano puede cambiar el mundo.




martes, 3 de diciembre de 2013

Corona de Adviento. Primera vela


Mi Corona de Adviento ya luce una vela encendida. Al prender su pábilo, siguiendo una vieja costumbre, he expresado mi primer deseo de los cuatro que formularé antes de la Nochebuena e iré comentando aquí en su momento oportuno.



1 de diciembre de 2013. Primera vela.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El primer día del Adviento llega con malas noticias. Una de ellas ha dado la vuelta al mundo, porque afecta a un personaje popular: el actor Paul Walker ha muerto, víctima de un accidente de coche. Sus seguidores y los aficionados al cine en general, lloran su muerte y, de pronto, alguien se levanta a criticarlos. Lloran al famoso, pero olvidan al conductor que se sentaba a su lado.No creo que tenga razón: lo natural es dolerse por quien conocemos.

Por otro lado, lo que me ha llevado a divagar ha sido ese intento grosero de mostrarse por encima de los demás y sus sentimientos, ese yo siento mejor, porque pienso en todos y no solo en el que conozco. Y, sin embargo no es eso lo que ha hecho. El autor de esa queja también se ha basado en el personaje famoso, escogiendo al compañero del  actor como herramienta para loar su propia “belleza de carácter”.

Él también ha olvidado que en Glasgow han muerto nueve personas anónimas, víctimas de un terrible accidente de helicóptero. Ellos no estaban haciendo nada potencialmente peligroso, no podían prever que tomar una cerveza fuera letal, pero no eran amigos de un actor famoso, ni estaban tomando una copa con él, así que no merecen siquiera un pequeño recuerdo en la protesta anterior.

Como decía antes, no me extraña,  ni siquiera lo desapruebo, porque lo normal es dirigir nuestros sentimientos hacia quienes conocemos. Lo que quiero hacer presente es que el ya mencionado autor de la protesta, que aduce poca sensibilidad por parte de sus congéneres, actúa exactemente igual que el resto de sus semejantes.

Por ello enciendo mi primera vela y pido, recuérdame levantar mi jersey y mirar mi propio ombligo antes de criticar a los demás.