jueves, 14 de marzo de 2013

Mi vida en el caos


La torre de Babel. Caos idiomático
Yo soy la personificación del caos. He oído casos de personas que protestan de que el caos reina en sus vidas. En la mía, como en las monarquías absolutistas, además de reinar, gobierna.
 
Paseo por la casa luchando por abrirme camino hasta la cocina sin sufrir ningún percance, pero lo primero que hago es tropezar con una estantería que coloqué provisionalmente junto a la  puerta de mi cuarto de trabajo... hace unos seis meses. Sigo mi camino frotándome el hombro y maldiciendo a quien puso la estantería ahí y no la ha quitado en todo este tiempo (yo misma, claro).  La distancia hasta la cocina se acorta y pienso que no puede pasar nada más. Me equivoco: al pasar junto a la puerta del baño me las arreglo para meter el brazo por la manija y me hago un eccema en el antebrazo. Mañana tendré un moretón. Cuando llego a la cocina no recuerdo para que he ido alli.
 
Teoría del Caos. Efecto mariposa
Escribo en el portátil y me quedo dormida, así que es de esperar que no ocurra nada grave. Error: me muevo en sueños, golpeo un vaso de bebida azucarada y lo derramo sobre el teclado. Dejo inútiles las teclas de la segunda hilera ( de la Q a la P) y tengo que comprarme un teclado nuevo para poder leer mis archivos.
 
Esto son solo dos ejemplos de los pequeños accidentes domésticos en que suelo verme involucrada y que son el resultado del caos en que vivo: si colocase los libros en su estante definitivo y tirase de una buena vez la estantería no tropezaría con ella. Si colocase el vaso de bebida sobre la mesa en lugar de ponerlo delante del ordenador no la derramaría sobre el teclado y ahora podría usar este último con total normalidad.
 
Mar y cielo. Caóticos también, pero bellos.
Leí en algún sitio que el caos no existe, solo diferentes categorías de orden. Creo que quien dijo esto no ha estado nunca en mi casa. Cuando se ven pilas de libros por el suelo, material de escritura y pintura serpenteando por la casa, juguetes de niños repartidos por varias habitaciones (incluyendo cuartos de baño y microondas), se llega a la conclusión de que sí existe y goza de excelente salud.
Los antiguos griegos pensaban que el Caos es el estado primigenio del cosmos y usan ese término que significa algo así como “espacio que se abre”, “hendidura”, que a su vez deriva de otro verbo que quería decir cosas como “abrirse una herida”, entre otras, y que explicaría situaciones como el que yo me haya herido dos veces seguidas. Al final la culpa va a ser de los griegos y no mía. Parece ser que fue Ovidio el que lo relacionó con la confusión elemental, o sea con el caos en minúscula del que estamos hablando.
 
En física se dice que los sistemas pueden ser estables, inestables o caóticos. Estos últimos son aquellos en que una diferencia mínima en sus condiciones provocan una evolución distinta del mismo, como pasa con los fluidos, el crecimiento de población o las placas tectónicas. Visto así me siento mucho mejor. El problema de fondo no somos ni los griegos antiguos ni yo: son las pequeñas diferencias de las condiciones del sistema. El sistema “pasillo” ha sufrido una modificación mínima (llamada “estantería provisional que se ha quedado a vivir”) y por eso me he tropezado.  Siempre me gusto la física porque tiene respuestas para todo y ahora, por si fuera poco, me hace perder parte de mis sentimientos de culpa.
 

No, no era broma: tuve que comprar un
teclado
Lo que no he encontrado es una explicación para el desgobierno que habita mi mente. Cómo puede ser que piense diez cosas al mismo tiempo y no consiga centrarme en una sola, salvo casos excepcionales; por qué pienso, pongamos por caso, en la cena que he de preparar mientras estudio y en los estudios mientras hago la cena; por qué me vienen varias ideas a la cabeza, tan unidas y tan rápidas que apenas me da tiempo a anotar un par de ellas, mientras que el resto se disuelve en el éter... Supongo que algún psicólogo
dirá que esa situación es producto de la saturación, del estrés o cualquier otra cosa por el estilo. Tal vez tenga razón, pero en ese caso deberé decir que, puesto que vivo en medio de la anarquía desde que tengo uso de razón, empecé a padecer de ansiedad muy jovencita.
 
Me consolaré pensando que se suele asociar el caos a la creatividad. Ser caótico tal vez no sea bueno, pero nadie me negará que ser creativo tiene muy buena prensa.
 
¡Decidido! a partir de ahora diré que no soy caótica, soy creativa y me encuentro en proceso de generar algo. Y si cuela, cuela.


 

Fotos:
Wikipedia
The Babel of History « Beachcombing's Bizarre History Blog
Archivo privado

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