jueves, 3 de enero de 2013

Carta a los Reyes Magos


Queridos Reyes Magos:

Esta es la segunda vez que os escribo desde que llegue a la edad adulta. Cuando era niña lo hacía todos los años sin falta. Usaba aquellas cartas impresas con muñecos que os representan, con camellos, algún paje, una palmera y un montón de líneas paralelas sobre las que trazaba, con la caligrafía más clara y cuidada de que era capaz, unas cartas que comenzaban diciendo aquello de “este año he sido muy buena...” Por un acuerdo con mis padres, solo podíamos pedir tres cosas y esperar una: así la sorpresa sería mayor, puesto que hasta el día seis no sabríamos por cual de nuestras peticiones os decidiríais. Luego, de la mano de mis padres y con mis hermanos, nos acercábamos a alguno de esos tronos que os colocaban en las puertas de los grandes almacenes y donde, en compañía de vuestros pajes y algún dromedario, esperábais la llegada de los niños. Hacía cola pacientemente, porque la cola formaba parte de la ilusión de veros, y cuando por fin llegaba mi turno, me aproximaba a uno de vosotros, carta en mano, con el corazón latiendo a toda prisa.

Relicario de los Reyes Magos.
Catedral de Colonia
Cuando era muy pequeña daba vuestra existencia por segura, hasta que un día empecé a oir comentarios de los compañeros del colegio. Otra vez escuché el ruido que hacía mi madre desempaquetando juguetes y tirando papeles, lo que me llevo a pensar que tal vez mis amigos tuvieran razón y “los Reyes son los padres”. Traté de encontrar la respuesta en la fuente que más fidedigna me parecía: mi padre, que era el que me solventaba todas las dudas. Aún recuerdo su respuesta: los Reyes Magos existen para quien cree en ellos. Si tú no crees, para ti serán los padres. Y decidí que creería.

Me hice mayor, tuve hijos y seguí creyendo en vosotros, porque lo que representais no tiene nada que ver con los regalos que acompañan a nuestros zapatos el día seis de enero.  Creer en vosotros me permitía creer en el mundo, en la vida e, incluso, en las personas.
Vosotros significais la esperanza de que todo va a arreglarse, que todo irá mejor mañana. Sois la fantasía, que me permite pasear por el bosque y ver hadas, donde otros solo ven luciérnagas. Sois la prueba de que se puede llegar a la meta sin que importe el color de la piel, ni la edad: solo el trabajo en equipo y el esfuerzo, individual y conjunto, nos llevan a donde queremos llegar. Sois el brillo en los ojos de los niños y la ilusión en los de los padres.
Dintel, con la bendición
Vivo en un lugar en que vuestra fiesta es un día de bendición: se bendicen las casas usando vuestras imágenes y hasta un divertido juego de iniciales que hace que mucha gente piense que son vuestros nombres los que aparecen en el dintel, aunque se trata de una simple fórmula eclesiástica(*). De los regalos en cambio se encarga el Niño Jesús personalmente, pero no sirve de nada. Los padres salen de compras llevando a los hijos de la mano, les regalan exactamente lo que piden y abren los regalos en cuanto acaban de cenar, sin dar tiempo siquiera a que nazca el pobre Niño, así que los críos aquí pierden toda ilusión y, lo más importante, toda capacidad para vivir sus fantasías, desde muy temprana edad. Esos padres no saben lo que hacen a sus hijos: si les quitan las fantasías solo verán luciérnagas el resto de su vida. Yo prefiero seguir asomando a mi balcón en las noches claras y mirar hacia la segunda estrella a la derecha mientras mando un saludo al capitán Garfio.
Sternsinger
Ahora dice el nuevo Papa que venís de Andalucía, pero yo creo que no tiene la más remota idea. Eso es negar la esencia misma de vuestra personalidad. Vosotros teneis que venir de distintos continentes, para que los niños sepan que hay que respetar a todo el mundo y todas las tradiciones, porque ¿quién sabe si ese joven senegalés que nos quiere vender un reloj en la playa, es en realidad el rey Baltasar?

Como decía al principio, esta es la segunda vez que os escribo siendo adulta. La primera fue para demostrar a unos niños que yo sí creía en vosotros. Ahora solo quiero deciros que sigo creyendo y lo haré mientras viva; que me niego a perder la fantasía; que mientras me quede un mínimo de aliento, seguiré viendo hadas en el bosque, piratas en el arroyo junto a mi casa y a vosotros acercándoos a mis zapatos cada seis de enero.
Por eso, una vez más, tomo este lápiz virtual y escribo... Queridos Reyes Magos: este año he sido muy buena...



(*) C+M+B, que se suele creer significa Caspar, Melchior, Balthasar, pero en realidad es Christus Mansionem Benedicat, Cristo bendiga esta casa


Fotos:
http://www.kirchgemeinde-schwyz.ch
http://emmerke.com
http://www.descargarfondos.com
http://www.europaenfotos.com

1 comentario:

  1. Hazme caso, el Papa tiene razón. No digas que no tiene ni idea. Para una vez que menciona a Andalucía y a los andaluces...

    Además, es mucho mejor que los Reyes Magos sean de Tartesos y no de los cinco continentes. Piensa que Europa, Asia y el resto de continentes son lugares reales, mientras que Tartesos es un lugar casi mítico, situado en la misma línea que separa la verdad histórica de la fantasía legendaria. ¿De dónde mejor podrían venir los Reyes Magos que hacen la ilusión de los niños?

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