Queridos Reyes Magos:
Esta es la segunda vez que os escribo desde que llegue a la edad
adulta. Cuando era niña lo hacía todos los años sin falta. Usaba aquellas
cartas impresas con muñecos que os representan, con camellos, algún paje, una
palmera y un montón de líneas paralelas sobre las que trazaba, con la
caligrafía más clara y cuidada de que era capaz, unas cartas que
comenzaban diciendo aquello de “este año he sido muy buena...” Por un acuerdo
con mis padres, solo podíamos pedir tres cosas y esperar una: así la sorpresa
sería mayor, puesto que hasta el día seis no sabríamos por cual de nuestras
peticiones os decidiríais. Luego, de la mano de mis padres y con mis hermanos,
nos acercábamos a alguno de esos tronos que os colocaban en las puertas de los
grandes almacenes y donde, en compañía de vuestros pajes y algún dromedario, esperábais la llegada de los niños. Hacía cola pacientemente, porque la
cola formaba parte de la ilusión de veros, y cuando por fin llegaba mi turno,
me aproximaba a uno de vosotros, carta en mano, con el corazón latiendo a toda
prisa.
Relicario de los Reyes Magos. Catedral de Colonia |
Cuando era muy pequeña daba vuestra existencia por segura, hasta que un
día empecé a oir comentarios de los compañeros del colegio. Otra vez escuché el
ruido que hacía mi madre desempaquetando juguetes y tirando papeles, lo que me
llevo a pensar que tal vez mis amigos tuvieran razón y “los Reyes son los
padres”. Traté de encontrar la respuesta en la fuente que más fidedigna me
parecía: mi padre, que era el que me solventaba todas las dudas. Aún recuerdo
su respuesta: los Reyes Magos existen
para quien cree en ellos. Si tú no crees, para ti serán los padres. Y
decidí que creería.
Me hice mayor, tuve hijos y seguí creyendo en vosotros, porque lo que
representais no tiene nada que ver con los regalos que acompañan a nuestros
zapatos el día seis de enero. Creer en
vosotros me permitía creer en el mundo, en la vida e, incluso, en las personas.
Vosotros significais la esperanza de que todo va a arreglarse, que
todo irá mejor mañana. Sois la fantasía, que me permite pasear por el bosque y
ver hadas, donde otros solo ven luciérnagas. Sois la prueba de que se puede
llegar a la meta sin que importe el color de la piel, ni la edad: solo el
trabajo en equipo y el esfuerzo, individual y conjunto, nos llevan a donde
queremos llegar. Sois el brillo en los ojos de los niños y la ilusión en los de
los padres.
Dintel, con la bendición |
Vivo en un lugar en que vuestra fiesta es un día de bendición: se
bendicen las casas usando vuestras imágenes y hasta un divertido juego de
iniciales que hace que mucha gente piense que son vuestros nombres los que
aparecen en el dintel, aunque se trata de una simple fórmula eclesiástica(*). De los regalos en cambio se encarga el Niño
Jesús personalmente, pero no sirve de nada. Los padres salen de compras
llevando a los hijos de la mano, les regalan exactamente lo que piden y abren
los regalos en cuanto acaban de cenar, sin dar tiempo siquiera a que nazca el
pobre Niño, así que los críos aquí pierden toda ilusión y, lo más importante,
toda capacidad para vivir sus fantasías, desde muy temprana edad. Esos padres no saben lo que hacen a sus hijos: si les quitan las
fantasías solo verán luciérnagas el resto de su vida. Yo prefiero seguir
asomando a mi balcón en las noches claras y mirar hacia la segunda estrella a
la derecha mientras mando un saludo al capitán Garfio.
Sternsinger |
Ahora dice el nuevo Papa que venís de Andalucía, pero yo creo que no
tiene la más remota idea. Eso es negar la esencia misma de vuestra
personalidad. Vosotros teneis que venir de distintos continentes, para que los
niños sepan que hay que respetar a todo el mundo y todas las tradiciones, porque
¿quién sabe si ese joven senegalés que nos quiere vender un reloj en la playa,
es en realidad el rey Baltasar?
Como decía al principio, esta es la segunda vez
que os escribo siendo adulta. La primera fue para demostrar a unos niños que yo
sí creía en vosotros. Ahora solo quiero deciros que sigo creyendo y lo haré
mientras viva; que me niego a perder la fantasía; que mientras me quede un
mínimo de aliento, seguiré viendo hadas en el bosque, piratas en el arroyo junto a mi casa
y a vosotros acercándoos a mis zapatos cada seis de enero.
Por eso, una vez más, tomo este lápiz virtual y escribo... Queridos Reyes Magos: este año he sido muy
buena...
(*) C+M+B, que se suele
creer significa Caspar,
Melchior, Balthasar, pero en realidad es Christus
Mansionem Benedicat, Cristo bendiga esta
casa
Fotos:
http://www.kirchgemeinde-schwyz.ch
http://emmerke.com
http://www.descargarfondos.com
http://www.europaenfotos.com
Hazme caso, el Papa tiene razón. No digas que no tiene ni idea. Para una vez que menciona a Andalucía y a los andaluces...
ResponderEliminarAdemás, es mucho mejor que los Reyes Magos sean de Tartesos y no de los cinco continentes. Piensa que Europa, Asia y el resto de continentes son lugares reales, mientras que Tartesos es un lugar casi mítico, situado en la misma línea que separa la verdad histórica de la fantasía legendaria. ¿De dónde mejor podrían venir los Reyes Magos que hacen la ilusión de los niños?