No me gusta hacerme fotos. Siempre tengo una buena excusa preparada para evitarlo y, puesto que la fotógrafa “oficial” de mi casa soy yo, puedo esquivarlo con relativa facilidad. Cuando no hay más remedio, me sitúo ante el objetivo como si lo hiciese, más que delante de una cámara de fotos, dentro de una de gas.
Prohibido hacerme fotos |
Debo decir que no me gustó nunca, ni siquiera cuando era niña. Tal vez en mi subconsciente se encuentre escondido algún instinto atávico que quiera proteger mi alma de ser robada, como piensan algunos pueblos que ocurre si les fotografían. Mi consciente, mucho más vulgar, simplemente se niega a ver mi imagen. Me repugna ver mi cara o mi cuerpo. No se trata de que yo sea especialmente fea, es solo que mis rasgos me repelen.
Hay gente que dice que soy guapa, pero como yo no me veo así, me limito a agradecer el cumplido, que siento como una frase hecha. Al fin y al cabo no me van a decir que doy asco: la etiqueta exige una contención. Cuando me miro por partes no me veo tan desagradable, es el conjunto lo que me horripila.
Así estoy, según mis pantalones |
Si el aspecto físico es nuestra tarjeta de presentación, el mío se equivocó de persona. Yo soy baja (1,61, según mi médico), de ojos marrones, pelo oscuro (que lo seguirá siendo, pese a la insistencia de la naturaleza, mientras no quiebre L´oreal) y gorda. Según mi marido lo último no es cierto, aunque mis pantalones difieren de esa opinión y yo quiero mucho a mi marido y confío en él para casi todo, pero debemos reconocer que mis pantalones son mucho más objetivos. Y mucho más selectos también, porque mi marido dice que yo soy como tengo que ser, lo que demuestra que se conforma con poco, mientras que mis pantalones no se cierran sobre cuaquier vientre.
Ser gorda no es lo peor, claro. Al fin y al cabo tampoco tengo edad para tangas y cuando la tuve me resultaban incómodos. Además, si me agobiase tantísimo, me pondría a régimen, en lugar de hacer las sentadas que hago frente a la tele acompañada de una caja de medio kilo de caramelos de cola. Lo duro de verdad es no saber quien es esa persona que aparece en las fotos. La gente que me conoce sin verme tiene una imagen de mí que no se corresponde con mi aspecto físico: piensan que soy una persona joven, llena de vida y alegría, medianamente inteligente... Y los qué sí me conocen personalmente me consideran una señora de mediana edad (¡los muy cabrxxxx!), amable, pero sin nada especial. Todos tienen razón: soy todo eso, además de otras cosas, pero mi físico no lo muestra.
Ya expliqué en otra entrada anterior* que estoy en lo que se llama “la mitad de la vida” (y comenté también, que ójala fuese de verdad la mitad, por cierto). Hace años eso era entrar en la ancianidad, pero hoy en día no es así, y menos en mi caso, que esto de volver a la universidad y codearse con gente joven renueva la mente. Con el cuerpo no se puede hacer mucho, salvo operarlo, pero la verdad es que prefiero una arruga antes que un bisturí y un “michelín” me resulta más atractivo que una dosis de anestésico.
Foto ideal, según mi gusto |
Ya soy abuela, aunque eso tampoco es culpa mía. Los hijos los tenemos cuando queremos, los nietos, en cambio, cuando nos los dan. Y debo decir que soy una abuela divertida, pero inconsciente: yo no cuido niños de nadie, aunque lleven mis genes, y cuando los tengo cerca les enseño todas las barbaridades que se me ocurren, para regocijo de ellos y espanto de sus padres. Vamos, que tampoco tengo aspecto de abuela (ni conducta, si vamos a eso), así que da igual la perspectiva: mi cuerpo va por libre ¿cómo va a extrañar que no lo asocie conmigo cuando lo veo?
De todas formas, si no hay más remedio y me lo piden por favor, me haré una foto. La podrán usar para decorar mi capilla ardiente que ahí seguro que no la veré. Así quedaremos todos contentos: habrá una foto mía y yo no tendré que preguntarme quién es ese ser que me mira desde el papel.
* http://akreysa.blogspot.de/2011/10/divagando-al-bajar-la-escalera.html
Fotos:
http://www.designofsignage.com
http://certifiablygreenblog.com
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Amparo, no nos conocemos personalmente, pero ya hace tres años que compartimos vivencias de estudio y más, eso quiere decir que a pesar de lo virtual existe un sentimiento de Amistad muy fuerte.
ResponderEliminarAl principio me parecía raro estar “charlando” con un cuadro (esa es la imagen de tu perfil), porque a mí me gusta mirarle a los ojos cuando hablo con alguien. Pues bien, ahora, no importa si hay una foto tuya en tu perfil o hay una imagen de un cuadro u otra cosa, porque ya no es necesario ya te “conozco” y te aseguro que cuando escribo y charlo contigo te miro a los ojos.
Y sobre ser gorda o flaca, linda o fea, baja o alta, qué más da. A nosotros nos colocaron en un cuerpo, algunos han salido beneficiados, otros no, qué más da. Somos lo que somos y no tendríamos que preocuparnos tanto por el aspecto exterior.
Un abrazo
Me gusta ponerte caras y culos quizá también, pero no pierdo más tiempo que ese segundo tonto en el que el cerebro te pide que todo lo tengas bajo control para que te diga si, lo que has leido se corresponde con la imagen de quien lo ha escrito. El segundo siguiente, se me olvida seguir pensando esa memez, las hadas que escriben sus sueños son etereas, así es Amparo, me digo cuando recorro el sendero de perlas que dibujascon tu palabras.
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