miércoles, 7 de noviembre de 2012

Pobres vergonzantes



Mendigo
Mi amiga María ha puesto a mi alcance un artículo atribuido a la periodista Ángeles Caso en el que se cuenta como algunas personas van a comer a IKEA, la conocida cadena sueca de venta de muebles, debido a lo barato que resulta alimentarse en su restaurante. También vi hace unos días un reportaje, aparecido en el canal de televisión Andalucía Internacional, en el que hablaba de un bar andaluz en el que una vez por semana se da de comer a necesitados por una cantidad de dinero casi irrisoria.

Ambas noticias me han impresionado por varias razones. En primer lugar porque nos dejan claro que se puede ofrecer comida por poco precio, pese a lo que quieran hacernos creer desde los supermercados. Tal vez el gobierno podría empezar a revisar esa costumbre de subir los precios periódicamente, sobre todo los de algo tan fundamental como son los alimentos. También me ha tocado la fibra sensible la solidaridad que muestran personas como los directivos de IKEA, al esforzarse por mantener los precios, o los propietarios de esa cafetería andaluza al crear ese comedor especial para quienes menos tienen, respaldo tan necesario en estos tiempos duros que nos está tocando vivir.

Algunos buscan en contenedores...
Como lo mío es divagar y además ni la política ni la economía son habilidades que domine, no pude evitar que mi mente viajase hasta la edad media. En esa época abundaba la figura del “pobre vergonzante”, personas que vivían en la pobreza, a la que habían llegado por los altibajos de la suerte, pero que no deseaban que los demás conocieran su necesidad, así que la disimulaban como buenamente podían.

La situación económica actual ha debido crear muchos de estos seres que, sin trabajo y con la prestación por desempleo agotada, tratan de sobrevivir como pueden, esperando que les surja ese puesto que les permitirá recuperarse, comiendo mientras tanto de lo que encuentran en contenedores o en comedores sociales, pidiendo prestado al amigo íntimo o al pariente de confianza, para ir sorteando el mal momento. El pensar en esas personas me ha inspirado una mezcla de tristeza y ternura ¡qué difícil es perderlo todo y mantener la dignidad!

Los ricos siempre han vivido bien.
El banquete de boda

P. Bruegel
Lo que no acabo de aceptar es que aún haya de usarse esa palabra para definir la situación en que se encuentran esas personas, no por que sea incorrecta, que no lo es y además aclara perfectamente la situación. Un “vergonzante” es alguien que padece vergüenza y, por tanto, si el encontrarse en situación de pobreza es afrenta para quien lo padece y le hace sentir humillado, la expresión está bien utilizada desde un punto de vista lingüístico. Para mí lo inaceptable es que se califique de “pobreza vergonzante” lo que no es sino “pobreza vergonzosa”, puesto que no es algo que ellos se hayan buscado, sino más bien el resultado de una política indecente, una economía indecorosa y unas prácticas laborales ignorantes de cualquier principio deontológico.

Que unas personas traten de superar una crisis luciendo una sonrisa en los labios, me parece admirable. Que hayan llegado a esa situación por los abusos sufridos de la mano de gobiernos, bancos y empresarios, que no puedan salir de ella porque quien podría solucionarlo no lo hace, es indigno y una muestra más de la vileza de ciertas castas que anteponen el propio interés al de aquellos que dependen de ellos.

Y es que, como ocurría en la Edad Media, la vergüenza solo la conocen quienes menos motivos tienen para padecerla.