Cartel de la película |
Ya en esa época tenía afición por la novela policiaca (soy fan de Agatha
Christie desde muy niña) y en las sesiones de cine casero me sentía especialmente
inclinada por las cintas de ese estilo. Este es el momento de confesar mi
admiración o, por mejor decir, devoción, por Alfred Hitchcock, a quien ya dedicaré
su correspondiente entrada.
Hubo en esa época una película que me dejó huella. Tanta, que hoy en día, muchos años
después de haberla visto por primera y única vez, la recuerdo como si la
estuviese viendo en este momento. Se trata de El Clavo, basada en una novela de Pedro Antonio de Alarcón y rodada
en el año 1944.
Cuando la vi era ya una película antigua, en blanco y negro, condenada a
ser repuesta periódicamente en la televisión. Sin embargo, me fascinó y
conquistó hasta el punto de que al hacer la lista de títulos fue la segunda que
me vino a la mente.
La historia nos habla de un juez, enamorado de una muchacha a la que
propone matrimonio. Se separa de ella (creo recordar que debía tomar un nuevo
destino, por causa de su trabajo) y la vuelve a encontrar años después,
mientras investiga un caso: el de un cráneo atravesado por un clavo que ha
encontrado en un cementerio.
La resolución del caso traerá la desgracia tanto al juez como a su amada.
La película, dirigida por Rafael Gil, estaba protagonizada por dos
guapísimos de la época: Rafael
Durán y Amparo (entonces todavía
"Amparito") Rivelles.
Portada del libro |
Una vez más tengo que hacer mención especial a la fotografía, que no tiene
nada que envidiar a las películas del maestro Hitchkock, obra de Alfredo Fraile
y filmada en blanco y negro.
Me gustan especialmente las películas policiacas sin colores. Los realizadores
se esfuerzan con ahínco en hacer que las sombras, las luces y todas las gamas
de gris y blanco se integren en el relato, convirtiéndose prácticamente en un
actor más.
Todos recordamos la escena de Psicosis
en la que se comete el asesinato de la ducha. Pocos actores son tan expresivos
como lo es la sombra de ese cuchillo, vista a través de la cortina, alzándose sobre
la futura víctima, ajena a lo que le va a suceder segundos después.
Rafael Gil fue un director muy popular en su momento. Yo no recuerdo muchas
películas suyas, salvo El Clavo y Eloisa está debajo de un almendro (una
de mis comedias favoritas, protagonizada también por la pareja Durán-Rivelles). En cambio sí recuerdo su nombre, por haberlo
oído mencionar muchas veces en programas de cine, que aluden a él como un buen realizador.
Los protagonistas fueron un gran señor y una gran dama del teatro y el
cine, entonces jovencísima, nacida prácticamente sobre las
tablas.
Amparo Rivelles, hija de Rafael Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara,
hermana de Carlos Larrañaga, tía de Amparo Larrañaga y Luis Merlo, en pocas
palabras, miembro de una de las sagas artísticas más importantes de España. Nacida
en 1925, tenía dieciocho años cuando dió vida a Blanca y llevaba ya cuatro
actuando en teatro y cine.
Rafael Durán, fue uno de los galanes del cine español, junto a Alfredo
Mayo. Actúo en algunas de las comedias más famosas de los años 40-50 del siglo
XX, como La tonta del bote o la
mencionada Eloísa está debajo de un
almendro. Trabajó a las órdenes de los mejores directores de la época, como
Juan de Orduña, J. L. Sáenz de Heredia o Edgar Neville, hasta llegar los 50, en
que se comenzó a retirar del cine.
Ambos rostros se hicieron habituales para mí gracias a "la película
del sábado" o a series tan famosas como Historias para no dormir, de Narciso Ibáñez Serrador, aunque fue la
película que nos ocupa las que marcaría sus rostros en mi recuerdo.
Llevo mucho tiempo fuera de España así que no sé si aún pondrán la película
alguna vez. Si no es así, es posible que exista en vídeo o en alguna de esas
páginas que permiten ver películas en la red. Yo la recomiendo, sobre todo para
los amantes del cine negro. Vale la pena verla porque el disfrute está
asegurado.
La pareja protagonista, Rafael Durán y Amparo Rivelles |
Buenos recuerdos
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