domingo, 3 de febrero de 2013

De política, políticos y pueblo




"La ley debe ser como la muerte, que no
exceptúa a nadie." Montesquieu
No suelo hablar de política (creo que esta es la segunda vez que lo hago en este blog) porque no es una tema que me guste especialmente. Nunca he confiado en los políticos en general, aunque no niego la honestidad de algunos, así que los tomo como un mal necesario. Voy a votar, porque creo que no hacerlo es favorecer a los partidos grandes, y lo hago con la esperanza de que otros ciudadanos se den cuenta de lo que realmente significa su voto y entre todos logremos un reparto de poder más amplio, evitando así la concentración de fuerza en uno solo. Lo que no tengo es esperanza de que realmente se logre cambiar algo: yo no espero nada de los políticos, pero tampoco de los votantes.

Mucha gente ser llena la boca con palabras como “revolución”, “cambio”, “lucha”, etc. animando a la gente a salir a la calle para protestar cuando las cosas van mal y exigir responsabilidades. No sirve de nada. Quien crea que las revoluciones las hacen los pueblos, se equivoca del todo: las revoluciones, como las guerras, las hacen los políticos (de profesión o convertidos en tales por las circunstancias) usando al pueblo como arma y escudo.

El conjunto de los ciudadanos quiere pan, trabajo y paz y seguirá a cualquiera que ofrezca estas tres cosas, haciendo lo que el cabecilla les pida para lograrlas. En España, como en otros paises,  se ha logrado indignar a la gente al quitarle la posibilidad de ganar un salario para mantenerse y mantener a sus familias. En Cataluña se pide la independencia no en base al derecho al autogobierno, sino para que los impuestos no se vayan a otras provincias, sabiendo que este argumento es el que el pueblo hará suyo.

"La política mayor consiste en ser virtuoso."
Voltaire
La corrupción, el sobre bajo la mesa, el dinero negro han sido parte sustancial de la vida política desde hace muchos años, pero no pasaba nada. Salía una noticia, se hablaba de “esos sinvergüenzas que no paran de robar”, se sabía que saldrían del apuro sin problemas, porque no eran sino pequeñas muestras de algo mucho más profundo (y ya se sabe que “se defienden entre ellos siempre”), pero la sangre no llegaba nunca al río, porque vivíamos en un período próspero económicamente. Mientras la nevera estuvo llena y la hipoteca pagada nadie reaccionó.

Hace ya mucho tiempo que carecemos de líderes válidos a los que seguir, pero no les echabamos de menos, porque íbamos al trabajo todos los días y pagábamos la hipoteca sin problemas. Cuando se acaba el dinero es cuando surge el problema ¿y ahora qué? Gritar en la calle y las redes sociales pidiendo un cambio en el sistema no nos va a servir de mucho (algo hará, claro), porque como decía, los pueblos no hacen las revoluciones a menos que alguien se ponga delante y logre que le sigan. Si la India es libre, se lo debe a Ghandi, que supo atraer a la gente a su alrededor y guiarlos; si en México se levantaron los campesinos para luchar contra quienes les quitaban las tierras,  fue porque tuvieron a un Emiliano Zapata; si en Francia acabaron con la monarquia fue gracias a Rousseau, Montesquieu, Voltaire... líderes, alguien a quien seguir. De lo contrario, quedar parados.

Lo malo es que ya no hay personas lo suficientemente carismáticas para atraer la atención de la gente. Pasamos de votar a un partido a votar al otro, como pasamos de la Nocilla a la Nutella: según el dinero que gastan en publicidad. El que consiga la melodía más pegadiza para su campaña será quien se lleve los votos.
 
"Lo más atroz de las cosas malas de
la gente mala, es el silencio de la
gente buena." Ghandi
Ahora un nuevo escándalo salpica a uno de los dos partidos más fuertes de este país. Otra vez se habla de corrupción, de “sobres”, probablemente la palabra más pronunciada en España desde hace dos días. El presidente del gobierno no explica nada, dice que “no, yo no he sido” y que “tomaré medidas legales contra quien diga lo contrario”. El pueblo mientras tanto mira y no se sorprende. No cree una palabra de las poquísimas que ha dicho el señor presidente. No hace falta: está juzgado y condenado por la ciudadanía. Lo estaba ya antes de verse los documentos, porque todo el mundo “sabía”, pero nadie hará nada. La gente no sabe cómo ni qué hacer. Nos hace falta un líder que nos explique y, sobre todo, que nos incite a saltar a la palestra, pero... el partido en cuestión puede estar tranquilo: no pasará nada. Tal vez pierdan votos en las próximas elecciones, tal vez ni eso.

Deseo de todo corazón que surja pronto la persona o el grupo capaz realmente de ganarse la confianza de la gente. Un adalid honesto y dispuesto a hacer la limpieza que tanto estamos necesitando. Mientras tanto me gustaría que todos los ciudadanos empezáramos a darnos cuenta de que juntos somos más que los políticos, que sí tenemos fuerza, empezando por la de nuestros votos y siguiendo por la de nuestra voz y actitud. Que la corrupción no tiene porque ser lo normal y no tenemos por qué aceptarla. No les permitamos seguir viviendo a costa nuestra. No les consintamos seguir riendo a costa nuestra.

1 comentario:

  1. Amparo, los casos de corrupción no son asunto de la política. La corrupción, el tráfico de influencias, la evasión de impuestos, las cuentas secretas en Suiza... todo eso ya lo contempla el Código Penal en España, así que son asunto de la policía y de los jueces. La política es otra cosa. Ni siquiera votar en unas eventuales elecciones tiene que ver más que ligeramente con lo político.

    ¿Has leído "Desobediencia civil" de Thoreau? Vamos a tener que ir pensando en releerlo, liarnos la manta a la cabeza y emprender nuestra pequeña revolución "a la española", ¿no te parece? ¡Y sin miedo a las consecuencias! pues, como decía Thoreau: en un país injusto, el único lugar adecuado para el hombre justo es la cárcel.

    Te dejo una cita de Thoreau que encontré en la Wiki:

    "Toda votación es un juego, como el de damas o el ajedrez, pero con un leve tinte moral, un quehacer festivo con el Bien y el Mal, con resonancias morales; y la disputa, naturalmente, es inherente a él. No se apuesta sobre el carácter de los votantes. Yo deposito mi voto, quizá, por lo que estimo correcto; pero no me siento vitalmente interesado en que prevalezca. Estoy dispuesto a dejarlo en manos de la mayoría. Su obligación, por tanto, jamás pasa del grado de lo conveniente. Incluso votar por lo justo es no hacer nada por ello. Apenas significa otra cosa que exponer débilmente a los hombres el deseo de que fuera así. El hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar ni deseará que prevalezca gracias al poder de la mayoría. Poca es la virtud que encierra la masa. Cuando la mayoría vote, por fin, por la abolición de la esclavitud será porque es indiferente a ella o porque queda ya muy poca que abolir mediante su voto. Serán ellos, entonces, los únicos esclavos. Sólo el voto de aquél que afirma con él su propia libertad puede acelerar la abolición de la esclavitud."

    ResponderEliminar