"La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie." Montesquieu |
No suelo hablar de
política (creo que esta es la segunda vez que lo hago en este blog) porque no
es una tema que me guste especialmente. Nunca he confiado en los políticos en
general, aunque no niego la honestidad de algunos, así que los tomo como un mal
necesario. Voy a votar, porque creo que no hacerlo es favorecer a los partidos
grandes, y lo hago con la esperanza de que otros ciudadanos se den cuenta de lo
que realmente significa su voto y entre todos logremos un reparto de poder más
amplio, evitando así la concentración de fuerza en uno solo. Lo que no tengo es
esperanza de que realmente se logre cambiar algo: yo no espero nada de los
políticos, pero tampoco de los votantes.
Mucha gente ser llena
la boca con palabras como “revolución”, “cambio”, “lucha”, etc. animando a la
gente a salir a la calle para protestar cuando las cosas van mal y exigir
responsabilidades. No sirve de nada. Quien crea que las revoluciones las hacen
los pueblos, se equivoca del todo: las revoluciones, como las guerras, las
hacen los políticos (de profesión o convertidos en tales por las
circunstancias) usando al pueblo como arma y escudo.
El conjunto de los
ciudadanos quiere pan, trabajo y paz y seguirá a cualquiera que ofrezca estas
tres cosas, haciendo lo que el cabecilla les pida para lograrlas. En España,
como en otros paises, se ha logrado
indignar a la gente al quitarle la posibilidad de ganar un salario para
mantenerse y mantener a sus familias. En Cataluña se pide la independencia no
en base al derecho al autogobierno, sino para que los impuestos no se vayan a
otras provincias, sabiendo que este argumento es el que el pueblo hará suyo.
"La política mayor consiste en ser virtuoso." Voltaire |
La corrupción, el
sobre bajo la mesa, el dinero negro han sido parte sustancial de la vida
política desde hace muchos años, pero no pasaba nada. Salía una noticia, se
hablaba de “esos sinvergüenzas que no paran de robar”, se sabía que saldrían
del apuro sin problemas, porque no eran sino pequeñas muestras de algo mucho
más profundo (y ya se sabe que “se defienden entre ellos siempre”), pero la
sangre no llegaba nunca al río, porque vivíamos en un período próspero
económicamente. Mientras la nevera estuvo llena y la hipoteca pagada nadie
reaccionó.
Hace ya mucho tiempo
que carecemos de líderes válidos a los que seguir, pero no les echabamos de
menos, porque íbamos al trabajo todos los días y pagábamos la hipoteca sin
problemas. Cuando se acaba el dinero es cuando surge el problema ¿y ahora qué?
Gritar en la calle y las redes sociales pidiendo un cambio en el sistema no nos
va a servir de mucho (algo hará, claro), porque como decía, los pueblos no
hacen las revoluciones a menos que alguien se ponga delante y logre que le
sigan. Si la India es libre, se lo debe a Ghandi, que supo atraer a la gente a
su alrededor y guiarlos; si en México se levantaron los campesinos para luchar
contra quienes les quitaban las tierras,
fue porque tuvieron a un Emiliano Zapata; si en Francia acabaron con la
monarquia fue gracias a Rousseau, Montesquieu, Voltaire... líderes, alguien a
quien seguir. De lo contrario, quedar parados.
Lo malo es que ya no
hay personas lo suficientemente carismáticas para atraer la atención de la
gente. Pasamos de votar a un partido a votar al otro, como pasamos de la
Nocilla a la Nutella: según el dinero que gastan en publicidad. El que consiga
la melodía más pegadiza para su campaña será quien se lleve los votos.
"Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena." Ghandi |
Ahora un nuevo escándalo salpica a uno de los
dos partidos más fuertes de este país. Otra vez se habla de corrupción, de “sobres”,
probablemente la palabra más pronunciada en España desde hace dos
días. El presidente del gobierno no explica nada, dice que “no, yo no he sido”
y que “tomaré medidas legales contra quien diga lo contrario”. El pueblo
mientras tanto mira y no se sorprende. No cree una palabra de las poquísimas
que ha dicho el señor presidente. No hace falta: está juzgado y condenado por
la ciudadanía. Lo estaba ya antes de verse los documentos, porque todo el mundo
“sabía”, pero nadie hará nada. La gente no sabe cómo ni qué hacer. Nos hace falta
un líder que nos explique y, sobre todo, que nos incite a saltar a la palestra,
pero... el partido en cuestión puede estar tranquilo: no pasará nada. Tal vez
pierdan votos en las próximas elecciones, tal vez ni eso.
Deseo de todo corazón
que surja pronto la persona o el grupo capaz realmente de ganarse la confianza
de la gente. Un adalid honesto y dispuesto a hacer la limpieza que tanto
estamos necesitando. Mientras tanto me gustaría que todos los ciudadanos empezáramos
a darnos cuenta de que juntos somos más que los políticos, que sí tenemos
fuerza, empezando por la de nuestros votos y siguiendo por la de nuestra voz y
actitud. Que la corrupción no tiene porque ser lo normal y no tenemos por qué
aceptarla. No les permitamos seguir viviendo a costa nuestra. No les
consintamos seguir riendo a costa nuestra.
Amparo, los casos de corrupción no son asunto de la política. La corrupción, el tráfico de influencias, la evasión de impuestos, las cuentas secretas en Suiza... todo eso ya lo contempla el Código Penal en España, así que son asunto de la policía y de los jueces. La política es otra cosa. Ni siquiera votar en unas eventuales elecciones tiene que ver más que ligeramente con lo político.
ResponderEliminar¿Has leído "Desobediencia civil" de Thoreau? Vamos a tener que ir pensando en releerlo, liarnos la manta a la cabeza y emprender nuestra pequeña revolución "a la española", ¿no te parece? ¡Y sin miedo a las consecuencias! pues, como decía Thoreau: en un país injusto, el único lugar adecuado para el hombre justo es la cárcel.
Te dejo una cita de Thoreau que encontré en la Wiki:
"Toda votación es un juego, como el de damas o el ajedrez, pero con un leve tinte moral, un quehacer festivo con el Bien y el Mal, con resonancias morales; y la disputa, naturalmente, es inherente a él. No se apuesta sobre el carácter de los votantes. Yo deposito mi voto, quizá, por lo que estimo correcto; pero no me siento vitalmente interesado en que prevalezca. Estoy dispuesto a dejarlo en manos de la mayoría. Su obligación, por tanto, jamás pasa del grado de lo conveniente. Incluso votar por lo justo es no hacer nada por ello. Apenas significa otra cosa que exponer débilmente a los hombres el deseo de que fuera así. El hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar ni deseará que prevalezca gracias al poder de la mayoría. Poca es la virtud que encierra la masa. Cuando la mayoría vote, por fin, por la abolición de la esclavitud será porque es indiferente a ella o porque queda ya muy poca que abolir mediante su voto. Serán ellos, entonces, los únicos esclavos. Sólo el voto de aquél que afirma con él su propia libertad puede acelerar la abolición de la esclavitud."