domingo, 15 de septiembre de 2013

Feliz año nuevo



Adios, playa
Se acabaron las vacaciones y casi también el verano. Los primeros frutos del otoño empiezan a estar en su punto, algunos árboles se visten de rojo y dorado, las noches se vuelven más frescas y el mundo comienza a funcionar después del parón veraniego.

El año pasado por estas fechas me preguntaba por qué no celebramos el comienzo del año este mes*, puesto que es la época en que renacemos a la vida cotidiana. Este año no me pregunto nada más: me limito a celebrar a mi manera el nuevo año.

Lo primero que he hecho ha sido salir de compras. Libros, carpetas, lápices, ropa y zapatos deportivos... Material escolar que se acumula en la mochila y un par de bolsas más, esperando a ser estrenado en los próximos días y ropa nueva que va rellenando los huecos que deja la que ya no puede ser utilizada debido a que su propietario ha vuelto a crecer.

Lo segundo ha sido cocinar mi primer estofado tras las comidas veraniegas. La frescura y el color del gazpacho y las ensaladas han cedido el paso al monótono marrón de unas lentejas que, pese a lo aburrido de su aspecto, han sido muy bien recibidas por los comensales. Quizá las echaban de menos ¿quién sabe?

La rutina a la que hemos regresado tiene algo a su favor: es tranquilizadora. Cuando el espíritu está
todavía triste por las despedidas tras las vacaciones y lleno de nostalgia por lo que
Recogiendo la cosecha
dejó atrás (los aromas familiares, los paisajes cercanos, las personas amadas), repetir los gestos acostumbrados actúa como un bálsamo, suavizando esos sentimientos hasta hacerlos desaparecer.  Por eso celebro mi nuevo año volviendo a las prácticas que me son habituales. Vuelvo a matricular a los estudiantes en sus respectivas escuelas, compro material escolar, cocino las comidas tradicionales... regreso, en fin a la rutina, porque a veces la mejor celebración consiste en no hacer nada especial. O que lo más especial que hagamos sea retornar al refugio de los hábitos que hemos ido creando a lo largo de nuestra vida.



Nos deseo a todos un feliz año nuevo y me despido del verano, las vacaciones, la playa, las comidas coloristas y el calor de los seres queridos que han compartido esos días. En su lugar doy la bienvenida al otoño, el hogar, las sopas y estofados, las clases, el estrés, los madrugones... y me consolaré pensando que ya queda menos para el próximo verano.

Empieza otro año.



* http://akreysa.blogspot.de/2012/09/ano-nuevo-en-septiembre.html

2 comentarios:

  1. ¡Feliz Año Nuevo, Amparo! Oye, ¿cuándo fijamos la Noche Vieja? Estoy de acuerdo en que septiembre debería ser el primer mes del año. Al menos a mí es lo que me pide el cuerpo. Pero ¿qué día ponemos como el primero del año?

    Parece lógico que el 1 de septiembre sea el primer día del año si elegimos septiembre como primer mes del año, pero no hay necesidad de ser lógicos. Al fin y al cabo, el que septiembre sea el primer mes del año no tiene nada de lógico. Más bien parece una cuestión emocional. Así que, ¿qué día ponemos? ¿Te parece bien el 15 de septiembre como primer día del año? A mí me parece buena idea. Así daríamos tiempo a que se termine el verano y sus sensaciones y haríamos coincidir el Año Nuevo con el inicio del curso escolar. ¿Qué te parece? ¿15 de septiembre entonces?

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  2. El 15 es perfecto. Además la quincena anterior, con sus compras para el comienzo del curso y los nervios del fin de las vacaciones y la vuelta al trabajo, se parece mucho al Adviento.
    El 15 de septiembre es definitivamente nombrado primer día del año

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