domingo, 3 de junio de 2012

El principio del fin... de curso

Mañana será el principio del fin.

Lunes, 4 de junio de 2012: comienzo de los exámenes correspondientes al segundo cuatrimestre del curso 2011-2012, segunda semana (única semana para los que vivimos en el extranjero). Final de curso, al menos relativamente, y principio de las semanas de esperanza, que veremos confirmada o perdida para siempre aproximadamente un mes después.

En los foros de la UNED reina el silencio, en los grupos de Facebook apenas se escucha alguna tímida voz que gasta una broma o grita un improperio.
Lorien nos regala una canción de letra atinada, escrita por él mismo en la madrugada, que nos hace sonreir y aplaudirle vivamente, además de dedicarme (sí, a mí, particularmente) otra que me calienta el corazón por su letra y por venir de quien viene. Pedro comparte con nosotros un verso cargado de erotismo que nos hace desear tener tiempo libre para dedicar a menesteres más gratos. Iñaki anda por ahí comentando la situación política o las lindezas de la literatura, siempre con esa agudeza que le caracteriza y que en ocasiones le hace difícil de entender por los que no tenemos la claridad mental que es su sello de identidad. Jósean hace planes para delinquir de diversas formas, especialmente en el modo de resolver sus exámenes. Las chicas andan desaparecidas y, como mucho, asoman una mano balanceante en gesto de saludo. Alguna, incluso, una mano vendada (que le va a hacer muy difícil escribir sus respuestas aunque no le va a frenar, porque es una persona muy valiente y ganará también esta batalla).

Todos quisieramos volver el tiempo atrás para organizarnos mejor. Todos somos conscientes de que si eso ocurriera, nos echaríamos un rato a descansar de la tensión y con la frase “aún hay tiempo” en los labios, volveríamos a dormir hasta la última semana.

Somos estudiantes típicos, lo que no deja de ser curioso si tenemos en cuenta de que el perfil del estudiante “unediano” es... inexistente: hombres y mujeres, de 18 a 100 años; solteros, casados, divorciados, viudos, viviendo en pareja o solos; informáticos, periodistas, maestros, escritores o sin oficio conocido; parados, en activo y jubilados. Todos los estamentos sociales, jurídicos y personales están representados entre nosotros y sin embargo, repito, somos estudiantes típicos. Empezamos con entusiasmo el curso, vamos perdiendo energía durante dos meses y, al llegar la recta final, reaccionamos como si nos hubiesen aplicado un cohete a la espalda.

En medio de este momento caótico de nervios, lecturas de última hora, incapacidad de ingerir alimentos o de dormir, llamo vuestra atención para recordaros que ha sido un año duro, que hemos hecho lo que hemos podido, que si llega algún suspenso aún tenemos septiembre, no para “recuperar”, sino porque es una convocatoria más a la que hemos de ver como “el tercer trimestre del año” y no como un castigo por no haber estudiado con empeño.  Y, por encima de todo, quisiera que no olvideis nunca que hemos aprendido muchísimo, que las notas no siempre reflejan lo que en verdad sabemos, que a veces aprueba el que tiene mejor memoria o más suerte, no el más inteligente, ni el que más sabe. Que un suspenso significa una carencia en las respuestas dadas sobre un papel, no un vacío en nuestra cultura. Que sois grandes porque la grandeza no se mide por los sobresalientes, sino por la huella que dejamos en los demás y en nuestra propia vida, y vosotros estais dejando una imborrable en vuestro entorno.

Ánimo, compañeros. En una semana estaremos de vacaciones... o preparando el tercer cuatrimestre ¿qué más da? Al final lo más importante es que estamos donde queremos y seguiremos estando mientras tengamos fuerzas para ello.


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