domingo, 23 de octubre de 2011

Amor no es un dios griego (Para una rosa cuyo perfume atraviesa continentes)



Si preguntamos a la gente cuál es el sentimiento más importante, probablemente contestarían que el amor. Si a renglón seguido les pidieramos que lo definieran, muchos se sentirían incapaces y alguno que otro nos daría una explicación en la que aparecerían palabras como hombre, mujer, corazón, celos, sexo y otras por el estilo. Esto sucede porque normalmente se asocia el amor con las relaciones de pareja y olvidamos todos los derroteros que pueden tomar los afectos.


El amor es una afinidad que surge entre seres o entre un ser y un objeto o varios y que no siempre tiene una connotación sexual: Amamos nuestros libros, a nuestros hijos o nuestra casa y en ninguna de estas relaciones hay atisbos de sexo.


Claro que hay relaciones en las que el sexo sí ocupa un lugar. De honor, me atrevería a añadir ¿qué sería de las parejas, novios, esposos, sin el sexo? El erotismo, como la lengua según el lema de la Academia, limpia, fija y da esplendor. No hay nada más perfecto que practicarlo con alguien que nos conozca bien, cuyo cuerpo no tenga secretos para nosotros y al que podamos entregar el nuestro sin reparos. Seguramente por eso a las relaciones no esporádicas, las que mantienen parejas establecidas, se les llama "hacer el amor", tan unidos están ambos conceptos en nuestra mente.


El sexo tiene un componente catártico, de ahí el haber escrito que "limpia". Ocurre a veces que el climax viene acompañado de un intenso deseo de llorar o de gritar, de echar fuera de nosotros el dolor, la frustración, la tristeza. Después de ese momento nos sentimos mucho mejor, más relajados espiritualmente.


Nunca entenderé porqué algunas religiones demonizan el sexo, cuando este siempre nos acerca al cielo. No me refiero a lo agradable que pueda ser desde un aspecto físico, sino a que nos tranquiliza, nos ayuda a calmar otras pasiones, sobre todo las negativas, los estados depresivos se aminoran, llegando incluso a desaparecer y nos resulta más fácil ser amables y compasivos con los demás. Tras un orgasmo todos somos más buenos.


En la tradición hindú el sexo (Kama) es uno de los propositos de la vida, tan importante como los otros tres: Dharma o acción correcta; Artha, la obtención de bienes y Moksa, la liberación. En esta filosofía se enseña que esa "liberación" contiene los otros tres principios. Para acceder a ella hay que incluirlos en nuestras vidas: Obrar bien, disfrutar de una economía saneada y practicar el sexo.
El libro más importante de los que aluden al Kama es el famoso Kāma Sutra, cuyo título significa aforismos de la sexualidad y en él se habla de las relaciones entre hombre y mujeres. Aunque lo más popular del mismo sea el capítulo en que se refiere a las posiciones sexuales, no era esta la intención de su autor, Vatsiaiana, quien pretendía hacer de las prácticas sexuales algo profundo y encaminado al Moksa. Es decir, lo mismo que pensamos nosotros, solo que suena mucho más exótico dicho en sánscrito.



Del amor sin sexo o el sexo sin amor también se pueden decir muchas cosas, la mayoría positivas, pero los dejaremos para otra ocasión. De momento me conformo con recordar que el sexo es importante desde el nacimiento y que solo tiene tres reglas que cumplir:
Si compartes el erotismo con otro u otros, respétalos y hazte respetar.
Si lo practicas solo, haz lo que quieras.
En cualquier caso, disfrútalo.

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